
“Tourists go home” (“Turistas, váyanse a casa”) durante una manifestación contra el turismo en Palma de Mallorca, el 15 de junio de 2025. Foto. JAIME REINA - AFP
Uno de los motores principales de los países del sur de Europa, es el turismo. No debemos negar que gracias a él, millones de personas pueden llevar el pan a su casa, sin embargo, la falta de políticas encargadas de equilibrar y gestionar de manera adecuada el aluvión de turistas, está afectando gravemente a la vivienda y al tejido comunitario y social.
Nos encontramos inmersos en una crisis habitacional que está dejando a los jóvenes europeos en casa de sus padres y que afecta por tanto, a la natalidad, al bienestar emocional y a la salud social en general: sin casa no hay hogar y sin hogar, no hay ni posibilidad de familia ni emancipación.
Hacer que el turismo que da de comer no nos robe la vivienda ni la identidad local, que no arrase con su consumo rápido, sus souvenirs de plástico y sus fotos superficiales y que sea generador principalmente de riqueza, es una labor que los sistemas gubernamentales europeos deben emprender sin menor aspaviento ni demora.
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Manifestaciones en Europa
Miles de personas salieron el domingo a las calles del sur de Europa para manifestarse contra este tipo de turismo descontrolado.
Las protestas se multiplicaron en España, Portugal e Italia, con escenas que incluyeron chorros de agua contra turistas, carteles acusatorios y humo de colores frente a hoteles.
Bajo el paraguas de la alianza SET (Sur de Europa contra la Turistificación), la protesta reunió a colectivos locales con activistas llegados de Lisboa, Venecia, Nápoles y otras ciudades en crisis habitacional.
Algunas personas dispararon pistolas de agua a turistas desprevenidos o colocaron calcomanías con frases como “Autodefensa vecinal” y “Tourist go home” en escaparates y hoteles.
Movilización en España
La protesta en Barcelona congregó a cientos de personas. Pero fue solo una parte del movimiento continental: en Palma de Mallorca unas 5000 personas marcharon contra los alquileres turísticos; en Granada, Ibiza, San Sebastián y Málaga también hubo concentraciones.
El caso español es paradigmático: con 48 millones de habitantes, el país recibió un récord de 94 millones de turistas en 2024. El propio gobierno ha comenzado a actuar. El mes pasado ordenó a Airbnb que retire casi 66.000 anuncios de alojamientos ilegales.
Barcelona fue más allá: anunció que prohibirá el alquiler turístico de viviendas a partir de 2028, eliminando 10.000 licencias.
La industria de alquiler a corto plazo, por su parte, cree que recibe un trato injusto, y que son un chivo expiatorio para ocultar las ineficiencias políticas en los sectores de vivienda y turismo, afirmó recientemente a la AP Jaime Rodríguez de Santiago, director general de Airbnb para España y Portugal.
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