El Ayuntamiento de Madrid sanciona con una multa con la escalofriante cifra de 7.000 euros a una familia por no conservar una casa que ya no existe.
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Cristian Malo y Noelia García enfrentan una pesadilla tras comprar una casa en ruinas en Caño Roto. Aunque la demolición fue ordenada por el Ayuntamiento, se les ha impuesto una sanción de 7.000 euros por no haber cumplido con el deber de conservación. «Hemos hecho todo lo posible para que esto no ocurriera», explica la pareja, que actualmente vive en Asturias mientras intenta resolver sus problemas financieros y legales.
La familia adquirió la vivienda en 2020 y rápidamente descubrieron graves problemas estructurales ocultos. A pesar de haber contratado inspecciones y realizar mejoras, el deterioro era tal que el Ayuntamiento ordenó la demolición en 2022. A esto se suma un proceso judicial en curso contra los antiguos propietarios, a quienes demandaron por venderles una casa con vicios ocultos.
Zona Degradada
La situación refleja un problema más amplio en el barrio de Caño Roto, una zona de viviendas sociales con graves problemas de conservación. Según la Asociación Vecinal La Fraternidad, las bajas rentas y la avanzada edad de los residentes dificultan las reparaciones. Aunque el Ayuntamiento ha argumentado que no se cumplen los requisitos para declarar la zona degradada, los vecinos insisten en que la degradación es evidente.
Sanción Controvertida
La pareja lamenta la decisión del Ayuntamiento, que ratificó la sanción a pesar de sus alegaciones. «Hay responsabilidades que no estamos dispuestos a asumir», afirman, mientras consideran llevar el caso a los tribunales. Los costos totales, que incluyen la demolición y las deudas acumuladas, ascienden a casi 190.000 euros, una suma que ha convertido su sueño de una vivienda familiar en una auténtica pesadilla.
Esta situación pone en evidencia la necesidad de revisar las políticas de conservación y rehabilitación en barrios como Caño Roto. Mientras tanto, la familia Malo García espera justicia en los tribunales y la solidaridad de sus vecinos.
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Fuente: El País.