Fausto 
Presidencia de Colombia/El Solidario. Gustavo Petro, presidente progresista de Colombia.
En una jornada histórica para el movimiento obrero en Colombia, el Senado aprobó en plenaria la reforma laboral que amplía derechos largamente postergados para la clase trabajadora. Aunque ahora el proyecto deberá pasar por un proceso de conciliación, el respaldo a puntos clave, como el inicio de la jornada nocturna desde las 7:00 p.m. y el recargo del 100% por trabajo en domingos y festivos, marca un hito en la dignificación de las condiciones laborales.
La narrativa dominante, tanto en medios hegemónicos como en los sectores empresariales más reaccionarios, intentará imponer la idea de que este avance es obra exclusiva del gobierno de Gustavo Petro. Nada más alejado de la realidad.
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Esta reforma no es un logro presidencial, sino el fruto de décadas de lucha obrera, de sindicatos que han resistido la criminalización, de marchas invisibilizadas y huelgas silenciadas. Es la consecuencia directa de un pueblo que ha aprendido a organizarse y a no conformarse con las migajas del capital.
Lo aprobado por el Senado pone fin a una lógica impuesta por gobiernos anteriores que, en nombre del “desarrollo” y la “flexibilidad”, solo fomentaron la precarización del trabajo.
Que la jornada nocturna comience a las 7:00 p.m., como en muchos países del mundo, o que se reconozca un pago justo por los domingos trabajados, no debería ser motivo de polémica. Son derechos básicos, no privilegios.
Los sectores empresariales que ahora lloran por esta reforma, temiendo una supuesta “quiebra”, son los mismos que han engordado sus beneficios a costa de la explotación.
Lo que realmente se debate aquí no es la viabilidad económica de las empresas, sino si los trabajadores seguirán siendo tratados como engranajes desechables.
La reforma laboral no será perfecta y aún puede ser saboteada en la conciliación. Pero lo logrado debe celebrarse. No por Petro. Sino por los trabajadores, por su constancia, su memoria y su lucha. Porque esta conquista no es un regalo del poder: es una victoria popular.
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