
Tomada de Stakeholders: Abogado busca la sostenibilidad del planeta
El sector financiero global vive un giro radical en su compromiso con la sostenibilidad. La Net Zero Banking Alliance (NZBA), que agrupaba a más de 140 bancos con $56 billones en activos, enfrenta un éxodo masivo tras la salida de gigantes como Goldman Sachs y la presión política de la era Trump.
Incluso reguladores como la Reserva Federal (Fed) han abandonado iniciativas verdes, marcando un peligroso retroceso en la lucha climática.
Hasta 2024, la NZBA era el estandarte de la banca sostenible, con 118 bancos estableciendo metas de descarbonización y 76 presentando planes de transición. Sin embargo, el triunfo electoral de Donald Trump en EE.UU. —y su discurso anti-ESG— ha incentivado la salida de actores clave. BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo, también se retiró en enero de 2025 de la Net Zero Asset Managers (NZAM), señalando un cambio de rumbo en Wall Street.
Este movimiento no es aislado. La Fed abandonó la Red para Ecologizar el Sistema Financiero (NGFS), mientras corporaciones como ExxonMobil y Chevron reducen sus inversiones en energías limpias.
Analistas de BloombergNEF advierten que, sin presión regulatoria, los criterios ESG podrían quedar en segundo plano, priorizando ganancias a corto plazo sobre la transición energética.
La NZBA insiste en que sigue comprometida, pero el mensaje es claro: la política polarizada y los intereses económicos están debilitando los acuerdos climáticos. En un mundo que necesita reducir emisiones un 43% para 2030, según la ONU, esta deserción podría tener consecuencias irreversibles.
El dilema es evidente: ¿Puede el sistema financiero ser rentable sin ser sostenible? La respuesta definirá el futuro del planeta.
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