Memoria de una injusticia: la deportación de miles de andaluces desde Barcelona y Madrid en la posguerra
Delismar González Tortolero 
Archivo el solidario: dando voz a los que no la tienen
Durante las décadas de 1940 y 1950, miles de emigrantes andaluces fueron deportados desde Barcelona y Madrid a sus lugares de origen. Estas personas, que huían de la miseria y buscaban mejores oportunidades, se encontraron con políticas represivas que les negaron el derecho a una vida digna.
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La represión de la movilidad interna
Tras la Guerra Civil Española, el régimen franquista impuso restricciones a la movilidad interna, prohibiendo la inmigración sin permisos oficiales. Los emigrantes, en su mayoría provenientes de Andalucía, llegaban a las grandes ciudades en busca de trabajo y sustento. Sin embargo, al carecer de los documentos necesarios, eran detenidos y recluidos en pabellones habilitados para su clasificación y posterior deportación. En Barcelona, este proceso se llevaba a cabo en Montjuic, mientras que en Madrid se realizaba en Mataderos.
El historiador Miguel Díaz Sánchez, en su obra «Fronteras de papel» (PUV, 2024), documenta que entre 1939 y 1957 se devolvieron desde Barcelona a aproximadamente 70.000 migrantes, de los cuales casi la mitad eran andaluces.
El impacto en la sociedad andaluza
Estas deportaciones forzadas tuvieron un profundo impacto en las familias andaluzas. Personas que habían dejado atrás su hogar en busca de un futuro mejor se vieron obligadas a regresar a una realidad de pobreza y falta de oportunidades. Esta política represiva no solo afectó a los individuos deportados, sino que también perpetuó la marginalización de comunidades enteras, impidiendo su desarrollo socioeconómico.
La historia de la deportación de inmigrantes andaluces desde Barcelona y Madrid en la posguerra es un recordatorio de las consecuencias de las políticas que restringen la libertad de movimiento y niegan oportunidades a quienes buscan una vida mejor. Reconocer y recordar estos hechos es fundamental para construir una sociedad más justa e inclusiva, donde la movilidad y la búsqueda de bienestar sean derechos garantizados para todos.
Hoy, al rememorar estas injusticias, reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de los derechos humanos y la dignidad de todas las personas, independientemente de su origen o condición social.
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