En una fría mañana de invierno, Vallecas se convirtió en el epicentro de una batalla por la dignidad y la justicia social. Mariano, un vecino de avanzada edad y con problemas de salud, estaba a punto de ser desahuciado por una familia aristocrática propietaria de múltiples viviendas.
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Sin embargo, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Vallekas y decenas de vecinos organizados se plantaron frente a su puerta, logrando frenar lo que habría sido otro caso de vulneración de derechos en nombre de la especulación.
Este episodio no es aislado, sino que es solo una muestra de miles de la crisis estructural de vivienda que afecta a muchas personas en España. En 2024, los desahucios siguen siendo una realidad diaria, con familias expulsadas de sus hogares por no poder afrontar alquileres desorbitados.
Mientras tanto, grandes tenedores y fondos de inversión continúan amasando fortunas a costa de una población cada vez más empobrecida. La situación de Mariano es un triste recordatorio de que el acceso a la vivienda, un derecho humano básico, sigue siendo tratado como un privilegio.
Pobreza, desigualdad y violación de derechos humanos
El caso también es la evidencia de la falta de sensibilidad de un sistema legal que prioriza los intereses de grandes propietarios sobre las necesidades de los más vulnerables. La familia rentista que pretendía dejar a Mariano en la calle, los aristócratas y grandes tenedores Díez de Rivera Elzaburu, simboliza un modelo económico que perpetúa la desigualdad y que necesita ser urgentemente transformado.
La acción colectiva en Vallecas demuestra que la solidaridad vecinal puede ser una herramienta poderosa para combatir la injusticia. Sin embargo, no podemos depender únicamente del activismo.
Es indispensable que las instituciones públicas asuman su responsabilidad y legislen para garantizar una vivienda digna, prohibir los desahucios sin alternativa habitacional y limitar la especulación inmobiliaria.
En un país donde el derecho a la vivienda está consagrado en la Constitución, ¿cuánto más debemos esperar para que este derecho sea una realidad y no un sueño lejano? Vallecas nos enseña que la lucha es el camino, pero también que la justicia no puede seguir siendo una utopía.
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