Mundial 2034 en Arabia Saudí rodeado de controversia por violación de derechos humanos
María Luisa Abarca Sánchez 
Imagen de psn.si : El Solidario. El Mundial de fútbol 2034 ha sido otorgado finalmente a Arabia Saudí bajo una oleada de críticas.
La FIFA ha otorgado a Arabia Saudí la organización del Mundial de Fútbol 2034, una decisión rodeada de críticas por su opaco proceso de selección, antecedentes de corrupción y el alarmante historial de violaciones a los derechos humanos, desde el maltrato a trabajadores migrantes hasta la discriminación de género.
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La asignación del Mundial 2034 a Arabia Saudí ha generado una ola de reacciones negativas, sobre todo porque el país, bajo el liderazgo del príncipe heredero Mohammed bin Salman, acumula graves denuncias de abusos laborales y violaciones a los derechos de mujeres y migrantes.
Más de 13 millones de trabajadores extranjeros ya enfrentan condiciones inhumanas, incluidas jornadas bajo calor extremo y robo de salarios. A este panorama se suma el plan de construcción masiva de 11 estadios y miles de habitaciones de hotel, lo que podría exacerbar los problemas existentes, como ocurrió en el Mundial de Qatar 2022.
Impacto global y vínculos con España y el Mundial 2030
El proceso de adjudicación también pone bajo escrutinio la política global de la FIFA. Mientras el Mundial 2030, compartido por España, Portugal y Marruecos, promete simbolizar la unidad intercontinental, la entrega del 2034 a Arabia Saudí es cuestionada por su falta de competencia y transparencia. Activistas critican a la FIFA por ignorar los estándares de derechos humanos en sus decisiones y repetir errores del pasado.
Esta decisión destacas un problema mayor: el creciente poder de regímenes autoritarios para usar eventos deportivos como herramientas de “lavado de imagen”. Además, normaliza el descuido de estándares éticos, poniendo en riesgo los valores de igualdad e inclusión que el fútbol debería representar.
La FIFA debe rendir cuentas y garantizar que el fútbol no sea cómplice de abusos. Como aficionados, exigir respeto a los derechos humanos es un deber. El deporte debe inspirar justicia, no complicidad.
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