El deshielo acelerado del Ártico podría resultar en la pérdida total del hielo durante los meses de verano antes de lo esperado. Investigadores alertan que para 2027, esta región crítica podría experimentar un estado de «libre de hielo» estacional, definido como menos de un millón de kilómetros cuadrados de cobertura helada. Esta reducción es drástica en comparación con los 3,3 millones de kilómetros cuadrados registrados en décadas anteriores.
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Unas consecuencias desastrosas
El cambio climático está intensificando este fenómeno debido al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y la mayor absorción de calor por el océano al reducirse el hielo. Las consecuencias no son solo ecológicas: especies como los osos polares y focas podrían enfrentar extinciones locales, mientras que el deshielo abrirá rutas marítimas y territorios para actividades comerciales como minería y pesca, generando conflictos geopolíticos y riesgos para comunidades indígenas.
El Ártico actúa como regulador climático global; su deshielo impactará patrones meteorológicos, acelerará el aumento del nivel del mar y exacerbará desastres naturales en todo el planeta. Esta crisis exige reducir las emisiones y proteger esta región vital antes de que se alcance un punto de no retorno.
Actuar hoy es clave para evitar que un Ártico azul y desprovisto de hielo sea el preludio de un planeta inhabitable.
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