La violencia vicaria azota España tras la muerte violenta de un niño de dos años en Linares
Silvia María Vicente Moya 
Imagen: elmundo.es. El Solidario. Vivienda donde un hombre ha matado a un niño y herido a su hermano.
La tragedia golpea Linares: un niño de dos años muere presuntamente a manos de su padrastro en un caso de violencia vicaria que ha conmocionado a la localidad.
La pequeña localidad de Linares, en Jaén, está sumida en el horror tras la detención de un hombre acusado de causar la muerte violenta de un niño de tan solo dos años. Las primeras investigaciones apuntan a un caso de violencia vicaria, un crimen que busca infligir el mayor dolor posible a través del daño a lo más amado: los hijos.
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El brutal suceso ocurrió en la madrugada del lunes, cuando el menor fue trasladado al hospital con graves lesiones que los médicos no pudieron revertir. Según fuentes policiales, el detenido, pareja actual de la madre del niño, habría cometido el crimen en un acto de represalia contra ella. La violencia vicaria, reconocida como una de las formas más devastadoras de violencia de género, convierte a los niños en víctimas inocentes de un odio que no les pertenece.
Justicia real por una infancia sin crueldad
Este caso reaviva el debate sobre la necesidad de mecanismos efectivos de protección para las mujeres y sus hijos, especialmente en contextos de relaciones abusivas. La violencia vicaria es una forma de crueldad que golpea lo más sagrado: la infancia. Es un acto calculado para causar el mayor dolor posible, utilizando a los hijos como instrumentos de venganza.
No es solo un crimen contra las mujeres; es una herida irreparable a toda la sociedad. Los niños, inocentes y vulnerables, se convierten en víctimas de un odio que no les pertenece, en mártires de un sistema que no logra protegerlos a tiempo.
Denunciamos esta barbarie y exigimos justicia real. Basta de mirar hacia otro lado. Cada vida arrebatada clama por un cambio urgente y definitivo. Con este caso, el dolor trasciende las paredes del hogar y se convierte en un grito colectivo de indignación. ¿Cuántas vidas más serán necesarias para que la sociedad y el sistema den un paso definitivo hacia la protección real de los más vulnerables?
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