Ultras del gobierno de Netanyahu buscan sabotear el alto el fuego para seguir con el genocidio en Gaza
María Luisa Abarca Sánchez 
Imagen de washingtonpost.com : El Solidario. El ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, ha advertido que dimitirá del Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu si este ratifica el acuerdo de alto el fuego en Gaza, al que se ha opuesto firmemente.
El alto el fuego anunciado en Gaza ha traído un breve respiro tras semanas de intensos bombardeos que han dejado miles de víctimas civiles. Sin embargo, lejos de significar un avance hacia la paz, el acuerdo enfrenta una fuerte oposición dentro del propio gobierno de Israel. Sectores de ultraderecha aliados de Netanyahu buscan deslegitimar la tregua, calificándola de «debilidad» y poniendo en riesgo su cumplimiento.
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Tras meses de violencia en Gaza, las víctimas civiles, en su mayoría niños y mujeres, han aumentado drásticamente. A pesar del anuncio del alto el fuego, los bombardeos han continuado, causando la muerte de decenas de civiles en las últimas horas. Las consecuencias del conflicto siguen visibles: hospitales desbordados, barrios devastados y familias enteras destrozadas. La tregua, impulsada por la presión internacional, ha sido recibida con alivio en la comunidad internacional, aunque también con escepticismo.
La ultraderecha israelí, un obstáculo para la paz
Dentro del gobierno de Netanyahu, la presión de los sectores ultraderechistas se ha intensificado tras el anuncio del alto el fuego. Estas facciones consideran que cualquier tregua socava la seguridad nacional de Israel y exigen una respuesta militar más contundente. Figuras clave de este sector han pedido la anulación inmediata del acuerdo, argumentando que concede ventajas al enemigo.
Organizaciones de derechos humanos han advertido que el alto el fuego debe ser el primer paso hacia una solución duradera que respete los derechos de los palestinos. Sin embargo, la resistencia interna en el gobierno israelí y la desconfianza mutua entre las partes hacen que el panorama sea incierto.
La paz en Gaza no puede ser solo una pausa estratégica; debe ser un compromiso real para poner fin al sufrimiento humano. Mientras los líderes discuten, son los civiles quienes pagan el precio más alto. El mundo no puede mirar hacia otro lado: el respeto a los derechos humanos debe ser la base de cualquier solución duradera.
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