Luego de negociar con los rebeldes, Bashar Al Asad ha abandonado Damasco, poniendo fin a más de medio siglo de control de su familia sobre Siria. La irrupción de los insurgentes en la capital en la madrugada del domingo marca el colapso definitivo de su régimen tras 13 años de una devastadora guerra civil.
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Rusia, antiguo aliado clave de Al Asad, ha confirmado su salida del país, lo que evidencia un cambio geopolítico de gran calado. Mientras tanto, las potencias internacionales ya negocian en Qatar los términos para la reconstrucción de Siria, un país roto por el conflicto y la dictadura.
La guerra en Siria ha dejado más de medio millón de muertos y millones de desplazados. Durante más de una década, Al Asad se mantuvo en el poder con el respaldo crucial de Rusia e Irán, que invirtieron recursos militares y económicos para sostener su régimen.
Sin embargo, su huida revela que incluso sus aliados más firmes pueden abandonarlo cuando los intereses estratégicos cambian. Donald Trump, prçoximo presidente estadounidense, ha señalado que Rusia ha decidido prescindir de Al Asad porque «ya no le interesa», un comentario que refleja cómo la política internacional opera bajo el pragmatismo más frío.
Un futuro incierto para un país devastado
Este desenlace deja a Siria en una encrucijada. Si bien la salida de Al Asad podría abrir una ventana para la democratización, las tensiones entre las potencias internacionales podrían convertir al país en un tablero de ajedrez para sus intereses.
Por otro lado, los grupos rebeldes, que ahora celebran la victoria, tienen el desafío de demostrar su capacidad para gobernar y estabilizar un país que enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes.
El pueblo sirio, que ha sufrido el peso de la represión y la guerra, merece algo más que ser moneda de cambio en negociaciones internacionales. La reconstrucción de Siria debe priorizar la justicia, la reconciliación y el bienestar de su población.
¿Será este el inicio de una nueva era de paz y democracia, o simplemente otro capítulo de intervención extranjera y luchas internas? La historia no será indulgente con quienes desperdicien esta oportunidad.
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