
Cartel 28A Huelga General Educativa en Madrid // Sindicato de Estudiantes // El Solidario
Estudiantes de la Universidad Complutense se han concentrado recientemente para denunciar la «asfixia económica» de las instituciones públicas. Este descontento no es aislado. Plataformas como UCM por la Pública o la Plataforma en Defensa de las Universidades Públicas Madrileñas agrupan a alumnado, profesorado y personal universitario en torno al objetivo común de frenar la demolición de lo público.
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Activistas como Yousra, militante de la Organització Juvenil Socialista d’Alacant, advierten que el nuevo ciclo de movilización no pasa por las estructuras tradicionales, sino por espacios más politizados, feministas, antirracistas y anticapitalistas. Ella afirma:
“La universidad se convierte en una trinchera desde la que disputar el modelo de sociedad”
Para muchas, defender la educación pública es parte de la lucha de la clase trabajadora. Asimismo, desde Abrir Brecha, colectivo juvenil autogestionado, su portavoz Nicolás Monterde señala que el movimiento busca ser unitario, democrático y radical, integrando distintas corrientes ideológicas en una misma causa. “Este nuevo tejido estudiantil no solo defiende aulas dignas, sino una universidad transformadora, al servicio del bien común”, explica.
El contexto internacional también ha avivado las protestas. Las acampadas por Palestina, que se extendieron en universidades durante el curso pasado, marcaron un punto de inflexión. Para el catedrático Enrique Díez, estas acciones demuestran una repolitización de la juventud, con una agenda que incluye paz, justicia social, ciencia abierta y derechos fundamentales.
Sin embargo, con la movilización también ha llegado la represión. Estudiantes denuncian identificaciones policiales, sanciones y criminalización por instalar mesas informativas o participar en protestas. Ya que hace unos años era impensable ver a la Policía dentro del campus por repartir un panfleto.
A pesar de ello, la respuesta no se ha hecho esperar. La próxima gran cita será el 28 de abril, cuando las universidades públicas madrileñas irán a la huelga para exigir nuevamente financiación real, participación democrática y respeto a la autonomía universitaria.
La universidad pública no solo es un espacio de formación, sino también de resistencia. La juventud ha decidido volver a politizar las aulas y tomar partido por un modelo educativo inclusivo, crítico y emancipador. Lo que está en juego no es solo el futuro de la universidad, sino el de toda una generación.
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