La justicia climática no solo trata de reducir emisiones y mitigar el impacto del cambio climático; también implica asegurar el acceso equitativo a los recursos esenciales, como la energía.
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Energía, un derecho básico para el desarrollo
En los países en desarrollo, más de 733 millones de personas viven sin acceso a electricidad, según el informe Tracking SDG 7, The Energy Progress Report 2023. Este panorama evidencia una profunda desigualdad en la transición hacia un futuro sostenible.
El acceso a la energía limpia y sostenible es clave para mejorar la calidad de vida, reducir la pobreza y garantizar oportunidades. Sin embargo, la transición energética en el Sur Global enfrenta múltiples barreras, inversión insuficiente, dependencia de combustibles fósiles y escaso desarrollo de infraestructuras. Mientras los países ricos impulsan políticas para alcanzar emisiones netas cero, muchos en el mundo en desarrollo luchan por satisfacer sus necesidades energéticas básicas.
Suena el despertador y abrimos los ojos en medio de la oscuridad. A tientas, buscamos un interruptor y encendemos la luz. Vamos a la cocina y ponemos en marcha la maquinaria eléctrica que nos facilita la tarea de hacer el desayuno. A lo largo del día realizamos infinidad de gestos similares, ponemos lavadoras, cargamos móviles y ordenadores, pero… ¿Somos conscientes de dónde sale toda la energía que usamos de forma constante? ¿Proviene de combustibles fósiles o de renovables? ¿Qué pasa con los millones de personas en el mundo que no pueden realizar esas mismas rutinas porque carecen de acceso a las fuentes de energía necesarias?
Justicia climática con inclusión energética
En África subsahariana, más del 50% de la población carece de electricidad, y las soluciones como la energía solar descentralizada podrían ser transformadoras. Sin embargo, los fondos internacionales destinados a este tipo de proyectos apenas representan el 2% de las inversiones climáticas globales, según datos del Banco Mundial.
Lograr una transición energética inclusiva no es solo un desafío técnico, sino un acto de equidad global. No se puede hablar de sostenibilidad sin garantizar que todas las personas tengan acceso a una energía asequible y limpia. De lo contrario, las desigualdades seguirán perpetuándose.
¿Cómo pueden los países desarrollados y las empresas líderes apoyar un acceso energético más justo?
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