La presión social ha conseguido frenar el desahucio de Sharon, la joven madre de dos hijos que se enfrentaba a perder su hogar en Barcelona.
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Este artículo, con información de Público, detalla cómo la solidaridad del barrio y las asociaciones pro vivienda han logrado una victoria significativa.
La intervención social
Este jueves, un centenar de personas, convocadas por el Sindicat d’Habitatge del Casc Antic y Resistim al Gòtic, se congregaron frente al edificio para evitar el desalojo. La presión ejercida llevó al propietario a negociar un contrato de alquiler social; con un plazo hasta el 30 de septiembre para alcanzar un acuerdo.
El impacto de la solidaridad
Los vecinos y las asociaciones celebran esta victoria como un ejemplo del poder de la acción comunitaria.
«La presión ha funcionado y el propietario ha accedido. Esto nos da un respiro a todos»
Afirmaron desde el sindicato
Sharon también expresó su alivio y esperanza de poder estabilizar su situación.
Contexto y futuro
Este caso se suma a otros similares en Barcelona, donde el aumento de los pisos turísticos y la especulación inmobiliaria están llevando a un incremento de los desahucios. La ley catalana de vivienda exige que los grandes tenedores ofrezcan alquiler social antes de proceder con un desalojo. Esta normativa a menudo no se cumple sin la presión social.
La movilización del barrio y la intervención de las asociaciones pro vivienda han sido cruciales para frenar el desahucio de Sharon. Este logro destaca la importancia de la solidaridad y la acción comunitaria en la lucha por una vivienda digna.