La guerra civil en Sudán, que comenzó en abril de 2023, ha sumido al país en una crisis humanitaria sin precedentes. Tras 20 meses de guerra civil, miles de personas han sido asesinadas y más de 11 millones han sido desplazadas de sus hogares debido a la violencia y el conflicto.
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Las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), facciones del gobierno militar, están acusadas de cometer crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, incluyendo asesinatos masivos, desplazamientos forzados y ataques dirigidos contra comunidades específicas.
Limpieza étnica
Uno de los aspectos más alarmantes de este conflicto es la limpieza étnica dirigida contra comunidades no musulmanas, especialmente en la región de Darfur. Informes de organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional, documentan ataques sistemáticos contra estas poblaciones, con el objetivo de erradicarlas o desplazarlas de sus tierras ancestrales.
El 15 de junio de 2023, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) perpetraron una masacre a gran escala en Darfur, atacando un convoy de un kilómetro de civiles escoltados por luchadores Masalit que huían del conflicto. Hombres, mujeres y niños fueron perseguidos y asesinados, según Human Rights Watch. La ONU, a través de Alice Wairimu Nderitu, advirtió que las hostilidades crecientes en El Fasher reflejan un panorama alarmante, comparándolo con el genocidio de Ruanda en 1994.
Inseguridad alimentaria
La hambruna es otra consecuencia devastadora de este conflicto. Las SAF y las RSF han bloqueado el acceso a alimentos y ayuda humanitaria,ez intencionada que ha dejado a millones de personas al borde de la inanición. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 638,000 personas están sufriendo hambruna, y la mitad de la población sudanesa enfrenta inseguridad alimentaria aguda.
Violencia de género
La violencia de género es una herramienta central de guerra en Sudán, con numerosos casos de violaciones, agresiones y esclavitud sexual perpetrados por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Miembros de esta milicia justifican públicamente estos actos, considerándolos su «derecho».
Además, las FAR han grabado atrocidades, como ejecuciones, incendios y abusos sexuales, utilizándolas como trofeos. Estas pruebas están siendo recopiladas para futuros juicios por crímenes contra la humanidad en el Tribunal Internacional de Justicia. Según los informes e investigaciones de New York Times, los patrones principales de las FAR incluyen ejecuciones de civiles desarmados, quema de comunidades y violencia sistemática contra la población civil.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación en Sudán. Sin embargo, la falta de una respuesta coordinada y efectiva ha permitido que el conflicto se prolongue, exacerbando la crisis humanitaria y los sufrimientos de la población civil.
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