
Tomada de ecoambientesanidadambiental.es: Procesionaria del pino
Con la llegada de la primavera, la oruga procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) se convierte en una amenaza latente en zonas urbanas y rurales.
Aunque estos insectos han convivido durante milenios con los pinares mediterráneos, su creciente expansión es un reflejo claro del impacto del cambio climático. Este año, el calentamiento global ha adelantado su ciclo de descenso y ha prolongado la duración de su invasión.
Evitar el contacto, clave para la salud pública
La procesionaria puede causar severas reacciones alérgicas, tanto en personas como en mascotas, debido a los pelos urticantes que desprenden cuando se sienten amenazadas. En ningún caso se deben tocar ni quemar, ya que esto incrementa el riesgo de reacciones adversas. Los expertos recomiendan acudir a servicios especializados en control de plagas para evitar problemas mayores. En algunas regiones, como Cataluña y Madrid, las autoridades trabajan en la fumigación de grandes superficies para frenar la proliferación.
El cambio climático ha alterado los patrones de comportamiento de la procesionaria, creando nuevos desafíos en su control. El ciclo de vida de esta oruga ha cambiado, afectando a los ecosistemas y las especies que dependen de estos bosques.
¿Cómo podemos reducir la expansión de la procesionaria en nuestras comunidades? ¿Qué otras medidas de prevención deben adoptarse?
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