En un nuevo episodio de hipocresía política, el Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a demostrar su doble vara de medir al denunciar la corrupción ajena mientras guarda un silencio cómplice sobre sus propios escándalos.
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La reciente querella anunciada por Cuca Gamarra contra el PSOE por financiación ilegal, desde una sede pagada con dinero en B, es un claro ejemplo de esta estrategia de distracción.
El exministro de Transportes, José Luis Ábalos, ha sido el blanco de las críticas del PP, que no ha dudado en utilizar su caso para desviar la atención de sus propios problemas.
Sin embargo, es importante recordar que el PP ha sido protagonista de numerosos casos de corrupción, desde la caja B hasta la trama Gürtel. La memoria selectiva del PP parece olvidar que fue expulsado del Gobierno por una moción de censura debido a su implicación en estos escándalos.
La estrategia del PP es clara: hacer ruido mediático con los casos de corrupción ajenos mientras se mantiene un silencio sepulcral sobre los propios.
Esta táctica no solo es deshonesta, sino que también socava la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas. La corrupción es un mal que afecta a todos por igual, y no puede haber corruptos de primera y de segunda.
Ruido mediático con Ábalos y silencio con su propia corrupción
El caso de Ábalos es solo un ejemplo más de cómo el PP utiliza la corrupción como arma política. Mientras tanto, el partido sigue sin asumir responsabilidades por sus propios escándalos.
La creación de una policía patriótica para robar pruebas y secuestrar a la familia de su propio tesorero, Luis Bárcenas, es una muestra de hasta dónde están dispuestos a llegar para protegerse.
Es hora de que el PP deje de lado la hipocresía y asuma sus responsabilidades. La corrupción no puede ser utilizada como una herramienta política para atacar a los adversarios mientras se ignoran los propios delitos.
Los ciudadanos merecen un partido que sea honesto y transparente, no uno que utilice el doble rasero para ocultar sus propias vergüenzas.
FUENTE: ElPlural.com