
EFE/ElSolidario: El manifiesto, disponible en la web FckOTAN.com, denuncia el incremento del gasto militar en Europa y la alineación de los líderes europeos con los intereses de la OTAN y Estados Unidos
El panorama político europeo está viviendo una transformación radical que está dejando a la izquierda tradicional en una posición de extrema vulnerabilidad. Los últimos resultados electorales en países clave como Francia, Alemania e Italia muestran un declive alarmante de las fuerzas progresistas, que parecen haber perdido su conexión con el electorado que durante décadas fue su base social. Este fenómeno no es coyuntural, sino que refleja una crisis identitaria profunda que amenaza la propia supervivencia de estos partidos.
En Francia, el Partido Socialista ha tocado fondo con un histórico 6,5% de los votos, una cifra impensable hace apenas una década. Alemania ve cómo el SPD, otrora hegemónico, queda relegado a un tercer puesto detrás de los Verdes y los democristianos. Italia presenta el caso más dramático, con la izquierda prácticamente desaparecida del Parlamento. Incluso en España, donde el progresismo parecía más consolidado, la fragmentación y las luchas internas están minando su capacidad de representación.
Las causas de este declive son múltiples y complejas. Por un lado, la globalización mal gestionada ha alejado a los votantes obreros, que encuentran en la derecha populista un discurso más cercano a sus preocupaciones inmediatas. Por otro, la juventud precarizada, que debería ser el núcleo duro del electorado progresista, se siente cada vez más defraudada por unas políticas que no abordan sus problemas reales: vivienda inaccesible, empleos basura y un futuro incierto.
La crisis de la izquierda europea es, en el fondo, una crisis de relato. Mientras la derecha ha sabido adaptar su mensaje a los nuevos tiempos, los partidos progresistas parecen anclados en debates del siglo XX. El desafío que tienen por delante es mayúsculo: reinventarse o desaparecer. Necesitan con urgencia un nuevo proyecto que combine la defensa de los servicios públicos con respuestas innovadoras a los retos del mundo digital, la transición ecológica y la nueva economía global.