
El Solidario. Juan Manuel Moreno Bonilla.
El Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno Bonilla enfrenta su crisis política más grave desde que llegó al poder. Dos escándalos simultáneos, el caos del Servicio Andaluz de Salud (SAS) y la polémica contratación de Antonio Sanz Paradela, excargo del PP, con vínculos empresariales bajo sospecha, han desatado una tormenta institucional que ha sacudido el Parlamento andaluz y desmontado la imagen de buena gestión que vendía el presidente.
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El primero de los frentes abiertos, el del SAS, destapa la realidad de una sanidad pública que se cae a pedazos. Las denuncias de recortes, externalizaciones y listas de espera descontroladas ya eran parte del malestar ciudadano, pero la reciente filtración de documentos internos sobre adjudicaciones opacas ha elevado el tono del escándalo.
El modelo de gestión privatizadora que Bonilla ha impulsado ha dejado a miles de andaluces sin atención médica digna mientras se enriquecen empresas amigas del poder.
A esto se suma el caso Paradela, una bomba política que ha estallado en el corazón del Ejecutivo. La sombra de clientelismo y puertas giratorias no es nueva en el PP, pero en esta ocasión se ha documentado con contratos, nombres y cifras.
La oposición ya habla de “corrupción estructural” y pide comisiones de investigación. Hasta algunos sectores conservadores critican la falta de transparencia y el desprecio a los principios básicos de ética pública.
Lejos de asumir responsabilidades, Moreno Bonilla ha optado por atrincherarse, repetir eslóganes vacíos y culpar al “ruido político”. Pero el problema no es el ruido, sino la podredumbre institucional que se revela cuando se levanta la alfombra. El PP andaluz, que se jactaba de su “centralidad”, muestra ahora su verdadero rostro: el de una derecha que saquea lo público con guante blanco.
Andalucía merece un gobierno que rinda cuentas, no un régimen de propaganda y favores. La izquierda andaluza debe unir fuerzas para exigir justicia, transparencia y defensa de lo común. Porque ya no se trata solo de dos casos aislados: es un modelo de poder corrupto que empieza a resquebrajarse.
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