La extrema derecha en Alemania habla de una pre-guerra civil. ¿Cuán cerca estamos de un conflicto cultural violento?
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La extrema derecha alemana, representada por Alternativa para Alemania (AfD) y figuras como Götz Kubitschek, está promoviendo un discurso alarmante: una “pre-guerra civil” cultural. Este concepto, arraigado en la llamada «metapolítica», busca desmantelar los valores democráticos actuales y reemplazarlos con una agenda radical y conservadora. “Quien ama a su patria debe ganar la pre-guerra civil antes de que sea incontrolable”, advierte Kubitschek, marcando una línea divisoria que no solo rechaza la diversidad, sino que llama al enfrentamiento abierto.
La metapolítica: una estrategia para desestabilizar la sociedad
La metapolítica, basada en las ideas del filósofo reaccionario Joseph de Maistre, se ha convertido en una herramienta central para la ultraderecha. Esta estrategia busca una revolución cultural que desplace los valores progresistas y pluralistas, reemplazándolos por un rígido conservadurismo que impone una visión homogénea de la sociedad. Como señala Dieter Stein, editor de Junge Freiheit: “La supremacía metapolítica de la clase dominante está llegando a su fin”, sugiriendo que el conflicto es inevitable y necesario para imponer este nuevo orden.
Este combate cultural no es meramente simbólico: la extrema derecha está dispuesta a normalizar el racismo, la misoginia y el rechazo a la diversidad bajo el pretexto de la “defensa de los valores tradicionales”. Su concepto de familia se reduce a una estructura rígida de padre, madre e hijos, excluyendo cualquier otra forma de convivencia. Las políticas sociales y fiscales que afectan a la mayoría son despreciadas, pues lo único que importa es su agenda moral. “La normalización que persiguen no consiste en ser tratados como un partido más, sino en imponer su sistema de valores como norma”, denuncian críticos de este movimiento.
El peligroso mito del “gran reemplazo”
Uno de los pilares más tóxicos de esta ideología es la teoría conspirativa del “gran reemplazo”, que afirma que la población europea está siendo “reemplazada” por inmigrantes. Este miedo infundado alimenta el odio racial y justifica la violencia. Martin Sellner, otro ideólogo de esta corriente, insiste en la necesidad de «remigrar» millones de personas para preservar la supuesta pureza cultural europea. Esta narrativa no solo deshumaniza a los migrantes, sino que aviva el racismo y legitima acciones extremistas. Es una visión profundamente peligrosa que promueve un enfrentamiento directo, un conflicto social que podría tener consecuencias devastadoras.
Religión y fanatismo: combustible para la guerra cultural
La retórica ultraderechista, impregnada de un simbolismo religioso extremo, intensifica aún más esta peligrosa agenda. Hans-Thomas Tillschneider, del AfD, no duda en usar un lenguaje apocalíptico al afirmar que “Dios está con nosotros” en esta supuesta cruzada contra la decadencia moral de Occidente. Este fanatismo no es solo una postura política, sino una llamada a la acción. Bajo la máscara de una «defensa cultural», se esconde una amenaza real para los derechos humanos y la convivencia pacífica.
La izquierda se encuentra en una encrucijada. Si bien esta guerra cultural no es su terreno natural, el riesgo de no confrontarla directamente es perder el control sobre el espacio público y cultural. Como dijo el pensador italiano Antonio Gramsci: “Es el tiempo de los monstruos”.
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Fuente: El Salto