
El Solidario. 44 universidades españoles mantienen convenios de colaboración con instituciones israelíes.
Mientras el mundo observa con horror las consecuencias de la ofensiva israelí en Gaza, las universidades españolas han cerrado 44 acuerdos de colaboración con instituciones israelíes desde septiembre de 2024.
Lo hacen bajo el paraguas del programa europeo Horizon Europe, pero lo que se esconde tras esa fachada de cooperación científica es, en muchos casos, un blanqueo institucional del apartheid.
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No hablamos de simples intercambios académicos. Estamos ante convenios con universidades y centros de investigación que colaboran abiertamente con el complejo militar-industrial de Israel, responsable directo de desarrollar tecnologías de vigilancia, armamento y control territorial sobre la población palestina.
Así lo denuncian entidades como Stop Complicity with Israel, que lleva meses alertando sobre estos vínculos bajo una campaña internacional de boicot académico.
Lo más alarmante es que varios de estos convenios se han firmado a pesar de que decenas de universidades españolas declararon públicamente la suspensión de relaciones con entidades israelíes tras el recrudecimiento del asedio a Gaza.
Las declaraciones institucionales se están revelando como gestos vacíos, simples lavados de cara frente a una juventud universitaria que sí ha entendido que la solidaridad con Palestina no es negociable.
La investigación y la ciencia no son neutrales. Cuando universidades públicas firman acuerdos con instituciones vinculadas a un régimen que bombardea hospitales, impone bloqueos y comete crímenes de guerra, están validando esa violencia.
Están traicionando los principios éticos que deberían regir cualquier institución académica: el respeto a los derechos humanos, la justicia global y la defensa de la vida.
No es aceptable que, en nombre del progreso, se financie la opresión. No es tolerable que mientras miles de niños mueren bajo escombros, se firmen proyectos que fortalecen al agresor.
La complicidad académica con Israel es una herida abierta en el sistema universitario español. Y es hora de que esa herida se cierre, no con comunicados, sino con hechos: romper la colaboración con quienes bombardean pueblos enteros no es ideología, es decencia.
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