En el Día de la Visibilidad Bisexual, ¿por qué las personas bisexuales siguen siendo estigmatizadas y marginadas incluso dentro de su propio colectivo?
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A pesar de los avances en derechos y visibilidad, la bisexualidad sigue siendo objeto de desconfianza y rechazo, incluso dentro del colectivo LGTBI+. Este 23 de septiembre, Día de la Visibilidad Bisexual, se pone de manifiesto una realidad dolorosa: las personas bisexuales continúan enfrentando prejuicios que les sitúan como «raritos», «confundidos» o incluso «mentirosos», forzados a justificarse por no encajar en la norma monosexual. Ismael López, activista bisexual, denuncia que esta incomprensión es el pan de cada día.
El estigma persiste: una lucha en doble frente
Ser bisexual no solo supone enfrentarse al rechazo de la sociedad heterosexual, sino también a los prejuicios dentro del colectivo LGTBI+. Según relata Ismael en su testimonio para El Salto, se le ha acusado constantemente de ser un «gay reprimido» o un «hetero modernito». Este tipo de comentarios refuerzan una estructura de invisibilización, donde la bisexualidad es vista como una fase o, peor aún, como una mentira. «La gente parece conocer mejor mi sexualidad que yo mismo«, ironiza Ismael, visibilizando el dolor y la constante duda a la que se ve sometido.
El peso de la mononorma, la expectativa de que una persona debe sentir atracción por un solo género, crea barreras insostenibles para la comunidad bisexual. Este estigma perpetuado dentro y fuera del colectivo dificulta que las personas bisexuales puedan vivir plenamente su identidad, obligándolas a esconder una parte de sí mismas. «Es agotador vivir bajo sospecha constante, como si nuestra sexualidad fuera menos válida«, afirma con contundencia Ismael.
La necesidad de derribar la mononorma
La bisexualidad tiene el potencial de desafiar la norma establecida, de derrumbar la rigidez del sistema monosexual que nos obliga a elegir entre dos opciones. «Salir del yugo de la mononorma debería importarnos a todas las personas, no solo a las bisexuales«, subraya Ismael, quien reclama mayor libertad para vivir sin etiquetas simplificadas. La invisibilidad bisexual no solo afecta a quienes se identifican como tal, sino a cualquier persona que se atreva a desafiar las normas sociales sobre la sexualidad.
Además, Ismael recuerda su adolescencia en el Madrid de los años 90, marcada por el aislamiento y el hostigamiento constante por no encajar en los moldes heteronormativos. Hoy, aunque el contexto ha cambiado y existen más espacios para hablar abiertamente sobre bisexualidad, el rechazo y los estereotipos persisten. «Afortunadamente, mi vida está llena de colores ahora, pero llegar hasta aquí ha sido una lucha«, reconoce. El activismo bisexual sigue siendo fundamental para que las futuras generaciones no vivan la misma marginación.
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Fuente: El Salto