
el Solidario/ Qué los ricos paguen más impuestos.
Necesitamos una fiscalidad justa que revierta la creciente desigualdad, combata la pobreza e invierta en servicios públicos, desarrollo sostenible y la lucha contra el cambio climático. Esa justicia fiscal debe de implementarse en todos los estados y en el conjunto de la economía global.
Las grandes fortunas, los bancos y las corporaciones multinacionales han construido un sofisticado sistema de centros financieros internacionales opacos, definitivamente injusto e inmoral pero aparentemente legal conseguidas con complicidades políticas, mediáticas y judiciales.
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Son los paraísos fiscales o guaridas fiscales que con el apoyo de miles de contables, abogados y grupos de presión, pretenden facilitar una escapatoria fiscal a las élites con el fin de pagar cada vez menos impuestos que según las legislaciones de sus países le correspondería.
A los paraísos fiscales los emulan sistemas de fiscalidad ventajosa (para las élites) como Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo, la mayoría de los países africanos, o algunas regiones dentro de los países que ofrecen la recepción de inversiones a cambio de esas ventajas que suponen pérdidas fiscales significativas
Sin embargo, estas élites para conseguir sus fortunas, han necesitado al Estado. Se han aprovechado de infraestructuras y las instituciones financiadas con fondos públicos, de trabajadores formados en colegios y universidades públicas, e incluso han tenido en las Administraciones públicas un excelente cliente.
Es decir, que las grandes fortunas empresariales y la ideología económica que los sostiene, el neoliberalismo, viven en la contradicción de repudiar al Estado y su intervención en la economía, cuando ellos para construir su riqueza han necesitado del mismo Estado al que le reprochan su capacidad de recaudar impuestos.
Estas personas tan codiciosas y egoístas exigen al estado que contribuya a su enriquecimiento o al mantenimiento de su fortuna, mientras que practican la evasión fiscal de forma sistemática. Esa evasión fiscal puede ser legal o ilegal. La legal es la que permite que un porcentaje significativo de las empresas cotizadas en Bolsas mundiales dispongan de sede en los paraísos fiscales (o más propiamente guaridas fiscales).
La ilegal es directamente la que viola las leyes que obligan al pago de impuestos y que en muchos países no se persigue con la misma contundencia que otro tipo de delitos, con la complicidad (delictiva) de sus medios de comunicación para “blanquear” estas prácticas, su objetivo es que no se extienda el reproche moral y público que estos tipos de comportamientos deberían de tener
Esta situación ha llevado a la gente común a ver cómo la riqueza pública fluye hacia las capas más elevadas de la sociedad, hacia las manos privadas de unos pocos. Esto es dañino para la población porque nos priva o deteriora los servicios públicos. Y solo se puede revertir la situación con la movilización social y la aplicación de políticas progresistas.
Corregir el desequilibrio de poder entre los ciudadanos y las empresas multinacionales también tiene mucho que ver con la imposición de sistemas fiscales más progresivos, más justos que supongan que los trabajadores paguemos menos, y los muy ricos paguen mucho más.
Y esa medida, a pesar de lo que ellos manifiestan, y de lo que muchos piensan, no supone un problema de deterioro para sus inmensas fortunas, ya que seguirán siendo muy ricos aunque contribuyan de forma justa al erario público.
En este sentido la aplicación de justicia fiscal implica acabar con las regiones y países que tienen como costumbre aplicar medidas de incentivos fiscales, exenciones, reducciones impositivas, etc que compiten con la mayoría de los países con fiscalidad progresiva. Nos referimos no solo a las famosas guaridas fiscales (Islas Caimán, Man, Gibraltar, Jersey, Suiza, Bahamas, etc) si no también a países como Holanda, Irlanda, Luxemburgo que aplican medidas similares que dañan las haciendas públicas de sus vecinos.
Justicia fiscal es también que los tipos reales de fiscalidad sean mayores a las grandes empresas que a las pequeñas empresas, que los tipos sean mayores para quienes más ganan y más patrimonio poseen.
Esto en muchas ocasiones no es así porque los numerosos agujeros y excepciones legales son aprovechadas por los asesores fiscales y jurídicos de estas grandes empresas para finalmente pagar tipos fiscales mucho menores que los que les deberían de corresponder o menores que las de PYMEs sin recursos para aprovechar estas excepciones y agujeros legales de la normativa fiscal
Justicia fiscal es por tanto aplicar realmente el principio que pague más el que más tiene, que cada persona contribuya al Estado en coherencia con sus posibilidades.
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