En una medida que ha despertado críticas por sus implicaciones en los derechos humanos, el segundo buque italiano con migrantes ha llegado al puerto de Shëngjin, Albania. Esta iniciativa, liderada por el gobierno italiano bajo Giorgia Meloni, forma parte de un acuerdo entre Italia y Albania que permite trasladar a migrantes irregulares interceptados en el Mediterráneo a centros gestionados por autoridades italianas en suelo albanés.
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El acuerdo, vigente por cinco años, busca aliviar la presión migratoria en Italia mediante la externalización de la gestión de asilo y retención en centros de alta seguridad, rodeados de estrictos sistemas de vigilancia. Sin embargo, organizaciones humanitarias han expresado su preocupación por las condiciones en estos centros y la legalidad de un acuerdo que, según analistas, evade los compromisos internacionales en derechos humanos y asilo.
A pesar de los esfuerzos por reducir el flujo migratorio hacia Europa, los expertos señalan que estas políticas pueden crear barreras adicionales para los migrantes y exponen a individuos vulnerables a situaciones inhumanas y a condiciones de precariedad en su búsqueda de un futuro mejor.
Este modelo de gestión migratoria ha sido criticado también en redes sociales, donde usuarios denuncian que acciones como estas son síntomas de una Europa cada vez menos accesible para quienes buscan refugio y una vida digna.
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