A pesar de la condena internacional, Israel descartó de nuevo una posibilidad de alto al fuego con Hezbollah y, por el contrario, intensificó su ofensiva militar en Beirut, dejando a su paso una estela de destrucción y sufrimiento humano.
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El nuevo ministro de Defensa israelí, Israel Katz, declaró que las operaciones militares contra Hezbollah “seguirán sin descanso” hasta lograr el desarme completo de la organización.
Esta postura intransigente y bélica, no solo ignora los llamados a la paz, sino que también perpetúa un ciclo de brutal violencia que afecta principalmente a la población civil.
Beirut: destrucción y aniquilamiento de civiles
Desde el inicio de la ofensiva, más de 600 personas han perdido la vida y miles han resultado heridas. Las imágenes de Beirut, con edificios reducidos a escombros, muertos y familias desplazadas, son muestras de las desoladoras consecuencias de la genocida arremetida del ejército sionista.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos de países como Estados Unidos y Francia para negociar una tregua, Israel ha rechazado todas las propuestas, insistiendo en que la única solución es la eliminación total de Hezbolla.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada del conflicto. Organizaciones de derechos humanos han denunciado que los ataques indiscriminados de Israel constituyen una violación del derecho internacional humanitario.
Además, la situación en el sur del Líbano se ha vuelto insostenible, con más de medio millón de personas desplazadas y una crisis humanitaria en aumento.
La paz no se logra a través de la violencia. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para mediar en este conflicto y proteger a los civiles inocentes atrapados en medio de la lucha.
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