
REUTERS/Bernadett Szabo/El Solidario. Manifestaciones de la Comunidad LGBTI frente al parlamento de Hungría.
Hungría ha blindado en su Constitución la prohibición del desfile del Orgullo LGTBIQ+, consumando un nuevo ataque directo a los derechos humanos en pleno corazón de Europa.
Con el argumento de una supuesta “protección de la infancia”, el gobierno de Viktor Orbán ha logrado convertir la discriminación en ley, desatando la indignación de organizaciones LGTBIQ+, activistas, ONG y partidos de oposición que no dudan en llamar a esto por su nombre: autoritarismo.
MUY INTERESANTE
Esta reforma constitucional no es un hecho aislado. Forma parte de un proyecto político reaccionario que Orbán lleva años construyendo, con apoyo de sectores ultraconservadores que ven en la diversidad una amenaza y no una riqueza.
Bajo el pretexto de “valores tradicionales”, el régimen húngaro ha aprobado leyes que prohíben la educación sexual inclusiva, censuran libros con personajes LGTBIQ+ y persiguen cualquier forma de disidencia. Ahora, ir más allá y vetar constitucionalmente la celebración del Orgullo es un paso más hacia el abismo del neofascismo europeo.
Lo más escandaloso, sin embargo, no es solo lo que ocurre dentro de Hungría, sino el silencio cómplice de muchas instituciones europeas. La Unión Europea, que tantas veces se ha llenado la boca con discursos de tolerancia y derechos humanos, apenas ha emitido tibias declaraciones. Mientras tanto, la vida de miles de personas LGTBIQ+ húngaras se vuelve cada día más precaria, más clandestina, más peligrosa.
No se trata solo de una cuestión simbólica. El Orgullo LGTBIQ+ es una expresión de lucha, de visibilidad y de resistencia. Prohibirlo constitucionalmente es criminalizar la existencia misma de una parte de la ciudadanía. Es relegarla al silencio, a la invisibilidad, a la vergüenza.
Europa no puede seguir mirando hacia otro lado. Hoy es Hungría, pero mañana puede ser cualquier otro país. La homofobia institucionalizada no se combate con indiferencia, sino con valentía, movilización y denuncia internacional. No se trata de defender una marcha. Se trata de defender la dignidad, los derechos y la libertad de millones.
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