Un estudio reciente revela que niños tan pequeños como de ocho años están accediendo a contenido pornográfico, dejando secuelas en su desarrollo emocional, cognitivo y social.
¿Qué estamos haciendo como sociedad para proteger su inocencia?
La escena es más común de lo que parece: un grupo de niños compartiendo un video explícito en el patio de la escuela o, peor aún, en la soledad de sus habitaciones con acceso ilimitado a internet. Según expertos, el acceso temprano a la pornografía está alterando la forma en que los cerebros infantiles procesan el mundo, sembrando la semilla de la distorsión de las relaciones humanas y la hiperestimulación de circuitos neuronales diseñados para desarrollarse de forma paulatina.
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Un informe publicado por la Asociación Internacional de Psicología Infantil revela que el 60 % de los menores entre 8 y 10 años han tenido contacto con contenido pornográfico, muchas veces de manera accidental. Sin embargo, este primer encuentro rara vez es el último. La exposición repetida genera un impacto preocupante en el cerebro, alterando la producción de dopamina y la percepción de la intimidad y el respeto interpersonal.
Sexualidad aún como tabú
«El cerebro de un niño no está preparado para procesar este tipo de imágenes y les crea una idea distorsionada del afecto y del sexo, además de aumentar la ansiedad, la culpa y el aislamiento social «, explica la psicóloga infantil María Vargas. Padres y educadores, a menudo ajenos al alcance del problema, enfrentan el desafío de hablar abiertamente sobre un tema que todavía está cargado de tabú.
El acceso temprano a la pornografía no es solo un problema tecnológico, sino un síntoma de una falta de acompañamiento emocional y supervisión adecuada. Si permitimos que nuestros niños formen su visión del mundo a través de pantallas sin filtros, ¿Qué tipo de adultos estamos moldeando? La pregunta no es solo cómo regular el acceso, sino cómo educar mejor para protegerlos.
¿Estamos preparados para enfrentar esta conversación necesaria? Mientras tanto, unas de las acciones recomendadas por expertos, entre otras tantas, son:
- Una adecuada educación sexual integral desde edades tempranas (hablar de forma abierta y con total confianza con los menores sobre sexualidad y ofrecerles información).
- Uso de herramientas tecnológicas de control parental (tener ciertas restricciones de acceso y contenido visual).
- Promover actividades offline y acompañamiento emocional (promover relaciones sociales en un entorno saludable, estar presentes y fortalecer vínculos emocionales).
Debemos cooperar entre los padres, educadores y sociedad en general para que nuestros menores obtengan una eficaz educación sexual, tecnológica y emocional para una infancia sana y un desarrollo óptimo.
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