
Manifestación histórica del 15 de marzo contra el gobierno de Aleksandar Vučić, presidente de Serbia. Centro de Belgrado. Fotografía de Reuters/Stringer // El Confidencial // El Solidario
Un movimiento estudiantil autogestionado e independiente lleva meses desafiando al gobierno de Aleksandar Vučić, denunciando corrupción y violación de derechos humanos. Exigen justicia, transparencia y la intervención de organismos internacionales ante el uso de armas sónicas en su contra.
Más de 300.000 ( hasta cerca de un millón afirman desde diversos medios y desde la organización, 100mil desde el gobierno) personas tomaron las calles de Belgrado el sábado 15 de marzo en la mayor manifestación de la historia reciente de Serbia.
Liderada por un movimiento estudiantil independiente, la protesta denunció la represión estatal y el uso de cañones sónicos contra la población. Los manifestantes exigieron una investigación internacional independiente y la dimisión de los responsables de las agresiones, en un acto de resistencia que desafía al gobierno de Aleksandar Vučić.
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El movimiento, surgido hace más de cuatro meses tras el colapso de la estación de tren de Novi Sad —donde murieron 15 personas—, ha crecido hasta convertirse en la mayor movilización ciudadana del país. Inicialmente, los estudiantes reclamaban justicia y transparencia en la reconstrucción de la estación, pero las protestas han evolucionado hasta exigir reformas profundas y el fin de la violencia estatal.
La respuesta del gobierno ha sido la negación y el aumento del recorte de libertades y de control de la población. Aunque Vučić reconoció la magnitud de la protesta, las autoridades serbias desde la fiscalía General negaron categóricamente y de manera oficial el martes 18 el uso de armas sónicas en las protestas, a pesar de los vídeos y testimonios que presuntamente evidencian el pánico desatado ante su uso durante la manifestación. En estas imágenes, se puede ver a cientos de personas corriendo aturdidas, gritando de dolor y pánico, en un momento en el que el silencio dominaba la marcha, alumbrando el camino con la luz de sus móviles.
Estas armas emiten ondas prácticamente inaudibles que pueden provocar graves lesiones auditivas y del sistema nervioso central.
El movimiento Go-Change ha solicitado formalmente a la ONU, a la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) y al Consejo de Europa que investiguen el uso de estas armas como una clara violación de los derechos humanos.
Estas movilizaciones se distinguen de anteriores protestas en Serbia porque rechazan la afiliación a partidos políticos y operan de manera autogestionada. A diferencia de las movilizaciones de 2023, que fueron absorbidas por la oposición, los estudiantes han mantenido su independencia, logrando ya la dimisión del primer ministro Miloš Vučević el pasado enero.
“Esto acabará cuando nosotros lo digamos”, declararon en un comunicado.
Portavoces exigen «la publicación de todos los documentos relacionados con la reconstrucción de la estación de tren de Novi Sad, el procesamiento de las personas sospechosas de agredir a los manifestantes, la desestimación de los cargos contra estudiantes y profesores universitarios implicados en las protestas, y un aumento del 20% del presupuesto estatal para educación superior».
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