Las luces deslumbran, las mesas rebosan de deliciosas preparaciones y los paquetes coloridos se apilan bajo el árbol. La Navidad, esa época de unión y celebración, tiene un oscuro lado oculto: su impacto ambiental.
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Cada año, millones de toneladas de residuos se generan en forma de envoltorios, comida desperdiciada y productos de un solo uso. A esto se suman las estridentes luces navideñas que disparan el consumo energético y los desplazamientos masivos que incrementan la huella de carbono. La pregunta es: ¿a qué precio estamos celebrando?
No se trata de renunciar a las tradiciones ni de asumir el rol de un Grinch ambientalista. Es, más bien, un llamado a reflexionar sobre un sistema que incentiva el consumo desmedido. Durante estas fiestas, la publicidad nos empuja a comprar más de lo que necesitamos, desde aparatos innecesarios hasta ropa de baja calidad fabricada en condiciones precarias y con altos costos ambientales.
Por ejemplo, se requieren 10.000 litros de agua para producir un solo par de vaqueros, mientras millones de prendas terminan olvidadas en los vertederos al final de la temporada.
Una Navidad con hambre, contaminación y desperdicio
El desperdicio de alimentos es otra cara del problema. Mientras unos tiran toneladas de comida tras cenas opulentas, otros enfrentan la Navidad con hambre. A esto se suma el consumo de energía de las decoraciones luminosas, que, aunque hermosas, contribuyen al cambio climático. ¿No sería más significativo celebrar con conciencia, minimizando el impacto de nuestras acciones?
La solución está en nuestras manos. Apostar por productos locales, optar por envoltorios sostenibles, reducir el desperdicio alimentario, usar y reutilizar decoraciones son pequeños gestos que marcan una gran diferencia. Esta es una oportunidad para redefinir el espíritu navideño, poniendo el foco en los valores humanos, en vez de en el capitalismo voraz que devora recursos y destruye el planeta.
¿Es posible devolver a la Navidad su verdadera esencia y convertirla en una celebración responsable? Recordemos que cada elección cuenta y que la mayor muestra de amor hacia los nuestros es cuidar del planeta que les dejaremos.