
Cerdos. Foto: Getty
El cerdo ibérico se ha convertido en uno de los productos fundamentales en lo referente a exportaciones agrarias del país. Su mercado internacional en la última década no ha hecho más que crecer y las tesituras políticas y sanitarias mundiales parecen incentivar ese crecimiento.
Es por ello que la industria cárnica y en particular la porcina, que ha construido un imperio internacional con ventas desde Asia hasta América, podría parecer uno de los grandes perjudicados de una era arancelaria como la que propone Donald Trump, sin embargo, la realidad es que podría pasar todo lo contrario, los gravámenes de EEUU abren la puerta a que España se haga por completo con la hegemonía absoluta del cerdo a nivel internacional.
El país ibérico es el mayor exportador de productos cárnicos del planeta en términos de valoración (no en volumen) gracias a la rentabilidad que ha logrado en sus mercados exteriores pero el pulso que mantiene con EEUU es de igualdad prácticamente total, es por ello, que la guerra arancelaria entre EE.UU y China, le puede beneficiar.
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Coyuntuas económicas y sanitarias
Si bien el jamón ibérico ha ido ‘conquistando los mercados’ de manera sostenida, uno de los puntos de inflexión fue la peste porcina china. El gigante asiático es el mayor mercado del planeta, devorando la mitad del consumo mundial. En ese sentido, con su producción desplomándose, los envíos españoles dominaron la escena, convirtiéndose en el principal socio de Pekín.
Tal llegó a ser la apuesta que en 2021 las ventas a China representaron un 40% del total de las exportaciones españoles. Sin embargo, el miedo era evidente: a medida que la peste porcina remitiese, los envíos irían reduciéndose y el gran boom exportador se hundiría. Estos malos augurios se cumplieron, pero solo a medias.
Es cierto que las exportaciones a China se desmoronaron desde los 2.000 millones de euros de 2021 hasta los 570.000 euros actuales. Sin embargo, por el camino pasó algo que pocos esperaban, España logró incrementar las exportaciones totales abriendo camino a un crecimiento exponencial de los mercados europeos, y a otros grandes clientes como Japón y Corea del Sur.
En la actualidad, con la guerra arancelaria que mantiene en tensión a China y EE.UU, es de esperar que como sucedió con la peste porcina china, España se beneficie de esta peliaguda coyuntura económica.
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