En Guatemala, la crisis de desalojos y violencia contra comunidades rurales está en aumento.
Según Domingo Hernández, dirigente indígena; mujeres embarazadas, niños y ancianos viven bajo los árboles tras ser desalojados. Hernández, cofundador del Comité de Unidad Campesina (CUC), denuncia la exacerbación de esta crisis por la acumulación de riquezas en pocas manos.
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Raíces históricas y contexto actual
El despojo de tierras a los pueblos indígenas comenzó hace 500 años y sigue vigente. El coordinador de la Asociación Maya Uk’U’x B’e observa que las tierras compradas múltiples veces reflejan la influencia de empresas transnacionales. Este fenómeno también se atribuye a la corrupción en la obtención de títulos falsos para tierras.
Organizaciones sociales reportan 16 desalojos en lo que va de 2024. Las familias afectadas enfrentan abandono total, con casas quemadas y sin refugio. Hernández destaca la falta de protocolos y la negligencia institucional en el trato hacia las víctimas de desalojos.
Corrupción y justicia cooptada, cómplices del desalojo
Hernández critica la corrupción en las instituciones responsables de la situación agraria. El Ministerio Público y los jueces, según él, protegen a las oligarquías en lugar de defender a las comunidades afectadas. La justicia en Guatemala, afirma, está al servicio de grupos privilegiados y no de los campesinos.
La presencia de grandes empresas, especialmente hidroeléctricas y mineras, agrava la crisis. En municipios como Chichicastenango y San Miguel Ixtahuacán, la llegada de estas industrias ha causado conflictos, desvíos de ríos y aumento de violencia. Hernández critica el impacto negativo en las comunidades y la promoción del consumo de alcohol para desviar la atención de los problemas.
Destrucción de la identidad cultural
Los desalojos y la presencia de empresas transnacionales rompen la relación de las comunidades con la Madre Tierra. Hernández enfatiza que esta relación es de respeto y convivencia, no de propiedad. La pérdida de tierras afecta la identidad, cultura y la posibilidad de un futuro para las próximas generaciones.
A pesar de la adversidad, los pueblos indígenas siguen luchando. Hernández y organizaciones como el CUC y el movimiento de Mujeres con Poder Constituyente proponen un Estado plurinacional. La lucha por un Guatemala más justo y armonioso continúa, en resistencia contra la continuidad del colonialismo y la injusticia.
Fuente: Prensa Latina