Los conflictos armados en África están afectando de manera desproporcionada la educación de las niñas en comparación con la de los niños. Un estudio reciente publicado en la revista ‘PLOS ONE’ revela que las niñas que residen a 25 kilómetros de un conflicto armado experimentan una reducción promedio de 0,38 años en su escolaridad al alcanzar la adolescencia, mientras que los niños en situaciones similares no muestran una disminución significativa.
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El impacto de los conflictos armados
La investigación, realizada por Xiao Hui Tai de la Universidad de California en Davis, analizó datos de 1.938.424 personas encuestadas entre 1986 y 2022 en 28 países africanos. Al combinar información geográfica de hogares y eventos de conflicto, se determinó que la proximidad a enfrentamientos armados afecta negativamente la educación femenina, especialmente en edades críticas como los 6 y 11 años.
Este fenómeno se agrava en regiones como África Occidental y Central, donde más de la mitad de los niños sin escolarizar del mundo residen en áreas afectadas por fragilidad, conflicto y violencia. En estos contextos, las niñas tienen 2,5 veces más probabilidades de no asistir a la escuela en comparación con los niños, y en el nivel secundario, esta probabilidad aumenta en un 90%.
Las razones detrás de esta disparidad incluyen preocupaciones de seguridad que llevan a las familias a mantener a las niñas en casa y la reasignación de recursos educativos hacia los niños. Además, la infraestructura educativa suele ser blanco de ataques durante los conflictos, exacerbando la interrupción de la educación para las niñas.
La pandemia de COVID-19 ha intensificado esta problemática, ya que muchos niños en África han perdido el acceso a la educación debido al cierre de escuelas y a los conflictos armados en diferentes naciones. Organizaciones como Save the Children han destacado la urgencia de abordar esta crisis educativa para evitar una generación perdida.
La comunidad internacional y los gobiernos locales deben implementar políticas que protejan el derecho a la educación de las niñas en zonas de conflicto. La educación femenina no solo es un derecho humano fundamental, sino que también contribuye al desarrollo económico y social de las comunidades. Ignorar esta realidad perpetúa ciclos de pobreza y desigualdad, socavando los esfuerzos por alcanzar una paz y prosperidad duraderas en el continente africano.
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