
Tomada de Huffpost: Una manifestación en Madrid contra el cambio climático.
El impacto ambiental de la producción de carne es innegable. La ganadería es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, contribuye a la deforestación y consume grandes cantidades de agua y recursos. Reducir el consumo de productos de origen animal no solo disminuye la presión sobre el medio ambiente, sino que también favorece la sostenibilidad a largo plazo.

Investigaciones han demostrado que la industria cárnica representa una parte significativa de las emisiones de CO₂ en el sector alimentario. En particular, la producción de carne de res y cordero genera la mayor cantidad de emisiones debido al espacio y los recursos que requiere. Además, la tala de bosques para pastoreo y cultivo de forrajes destruye ecosistemas, reduciendo la capacidad de la Tierra para absorber dióxido de carbono.
Los efectos del cambio climático también agravan la crisis alimentaria. Las altas temperaturas, la escasez de agua y los eventos climáticos extremos afectan la producción agrícola, lo que encarece los alimentos. Adoptar una dieta con más vegetales y menos carne no solo ayuda a reducir la huella de carbono, sino que también contribuye a un sistema alimentario más eficiente y equitativo.
Desde una perspectiva de salud, disminuir el consumo de carne roja puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar la calidad de vida. Los especialistas recomiendan aumentar el consumo de proteínas vegetales, como legumbres y frutos secos, para obtener los nutrientes necesarios sin sobrecargar el medio ambiente.
Cada pequeño cambio en nuestros hábitos alimentarios puede marcar la diferencia. Apostar por una alimentación más sostenible es crucial para las personas y el planeta.
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