Cádiz se rebela contra el turismo de borrachera: una defensa de su patrimonio cultural en el Carnaval
Delismar González Tortolero 
Archivo: el solidario dando voz a los que no la tienen
El Ayuntamiento de Cádiz ha tomado una postura firme contra el turismo de borrachera que amenaza la esencia de su Carnaval, declarando «non gratos» los viajes organizados que promueven el consumo excesivo de alcohol y el botellón.
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En una muestra de unidad, el pleno municipal, con el respaldo de fuerzas progresistas como Adelante Izquierda Gaditana, ha rechazado unánimemente las ofertas turísticas que incentivan el consumo desmedido de alcohol durante las festividades. Estas promociones, que incluyen sorteos de botellas y «megapacks botellón», desvirtúan el verdadero espíritu del Carnaval.
El alcalde de Cádiz, Bruno García, ha enfatizado la necesidad de atraer a visitantes que valoren y respeten la cultura local, afirmando: «No buscamos turistas, buscamos enamorados de Cádiz». Esta declaración refleja el compromiso de la ciudad con un turismo sostenible y respetuoso con su patrimonio cultural.
Medidas concretas para preservar la autenticidad del Carnaval
Para contrarrestar el impacto del turismo de borrachera, el Ayuntamiento ha implementado diversas medidas:
- Declaración institucional: Rechazo oficial a los viajes que promueven el botellón, instando a las empresas a no incentivar estas prácticas.
- Campañas de concienciación: Promoción de un turismo que valore la riqueza cultural de Cádiz, destacando su historia y tradiciones
- Control de alojamientos turísticos: Creación de la plataforma «Convive Cádiz» para luchar contra la turismofobia y defender la legalidad en los alojamientos turísticos.
Estas acciones se realizaron en busca de garantizar que el Carnaval sea cada año una celebración auténtica, alejada de prácticas que perjudiquen la convivencia y la imagen de la ciudad.
La postura de Cádiz frente al turismo de borrachera es un ejemplo de cómo las políticas progresistas pueden proteger la identidad cultural y promover un desarrollo turístico sostenible. Al priorizar la calidad sobre la cantidad, la ciudad apuesta por un modelo que beneficia tanto a sus habitantes como a los visitantes, asegurando que las tradiciones se mantengan vivas y auténticas para las generaciones futuras.
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