
Luigi Mangione está acusado del asesinato del ejecutivo de UnitedHealth Brian Thompson.
El caso de Luigi Mangione, acusado del asesinato del CEO de UnitedHealth, Brian Thompson, tras años de denuncias contra el sistema de sanidad privada, ha puesto en el ojo del huracán un modelo sanitario tan lucrativo como controvertido.
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Mangione, que definía a la industria de los seguros médicos como “podrida y corrupta”, se convirtió en un símbolo de la desesperación frente a un sistema que prioriza los beneficios económicos por encima de la salud de las personas.
Un sistema que empuja al límite
En Estados Unidos, la sanidad no es un derecho garantizado, sino un servicio mediado por aseguradoras privadas que controlan el acceso a tratamientos, diagnósticos y medicamentos.
Las cifras son reveladoras: según Kaiser Family Foundation, más de 28 millones de personas en EE.UU. carecen de seguro médico, y millones más están subaseguradas, enfrentándose a copagos y deducibles desorbitados.
Mangione, que trabajaba en el sector, denunciaba públicamente los altos costes de las pólizas y el rechazo sistemático de tratamientos esenciales. Este modelo no solo excluye a los más vulnerables, sino que perpetúa desigualdades raciales y económicas.
Las comunidades más desfavorecidas son las principales víctimas de un sistema que convierte la atención médica en un lujo, mientras las aseguradoras reportan beneficios multimillonarios año tras año.
El oscuro negocio de la salud
El caso de Mangione no es un hecho aislado, sino un reflejo de una sociedad tensionada por las injusticias. La sanidad privada en EE.UU. no solo eleva los costes de vida, sino que fomenta un clima de desesperación y desigualdad que afecta a millones.
El modelo se compara desfavorablemente con sistemas públicos como los de Canadá o varios países europeos, donde la cobertura universal permite acceso igualitario a la salud.
Es urgente abrir un debate global sobre el papel de la sanidad pública frente a los intereses privados. ¿Cuántas vidas más deben sufrir las consecuencias de un sistema que prioriza el lucro por encima del bienestar? El caso Mangione debería servir como catalizador para repensar las prioridades colectivas y avanzar hacia un modelo que reconozca la salud como un derecho humano y no como un privilegio.
¿Hasta cuándo aceptaremos que los beneficios corporativos definan quién tiene derecho a vivir? Te leemos en los comentarios.