
Tomada de Unicef: El hambre en Colombia lucha a diario
Por primera vez en más de una década, América Latina ha logrado una reducción significativa del hambre, situándose por debajo del promedio mundial. Este avance marca un hito histórico para la región, pero también revela los desafíos estructurales que persisten en materia de seguridad alimentaria y equidad social.
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Un avance en medio de la adversidad
Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2024 el 8,2 % de la población de América Latina sufrió inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 9,2 % del promedio mundial. Este progreso se atribuye en gran parte a políticas públicas que priorizan la redistribución de recursos, programas sociales como transferencias monetarias condicionadas y un aumento en la producción local de alimentos.
Países como Brasil, México y Uruguay han implementado estrategias sostenibles de producción agrícola y programas de apoyo alimentario que han sido claves para reducir la desnutrición en poblaciones vulnerables. Sin embargo, la región sigue enfrentando desigualdades profundas, ya que países como Haití aún presentan tasas alarmantes de hambre que superan el 40 % de su población.
El impacto de la crisis climática
Si bien los avances son alentadores, la región enfrenta desafíos urgentes derivados de la crisis climática. Sequías prolongadas, fenómenos como El Niño y la degradación del suelo están afectando a las comunidades rurales y limitando su capacidad para mantener una producción agrícola sostenible. Según datos del Banco Mundial, el cambio climático podría reducir la producción agrícola en América Latina en un 20 % para 2050, exacerbando la inseguridad alimentaria si no se toman medidas inmediatas.
El arquitecto urbanista y especialista en sostenibilidad Carlos Moreno señala: «El acceso a alimentos no solo depende de políticas nacionales, sino de cómo diseñamos y adaptamos nuestras ciudades y zonas rurales para garantizar la resiliencia frente al cambio climático».
Aunque la región está avanzando hacia la erradicación del hambre, persisten preguntas cruciales ¿Cómo asegurar que este progreso sea sostenible a largo plazo? ¿Qué rol pueden jugar las inversiones en infraestructura agrícola y urbana para garantizar la seguridad alimentaria de las futuras generaciones?
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