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Imagen: neuropsicologosensevilla.com. El Solidario. Según la Asociación Española de Superdotados y con Talento para niños, adolescentes y adultos (AEST), el concepto de altas capacidades intelectuales incluye dos aspectos: el talento y la superdotación.
Los niños y niñas con altas capacidades intelectuales a menudo enfrentan desafíos emocionales que pueden dificultar su adaptación social y académica.
Uno de los comportamientos más comunes es la baja tolerancia a la frustración, manifestada frecuentemente en una intensa aversión a perder en juegos o competencias.
Esta reacción, aunque no exclusiva de este grupo, se presenta con mayor intensidad debido a su hipersensibilidad y perfeccionismo.
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Las altas capacidades se caracterizan por un desarrollo cognitivo avanzado, que incluye una notable capacidad de aprendizaje, pensamiento crítico y creatividad.
Sin embargo, este desarrollo intelectual no siempre va acompañado de una madurez emocional equivalente, lo que puede generar disincronías emocionales.
Estas disincronías pueden llevar a conductas como impulsividad, falta de planificación y hábitos nerviosos, especialmente cuando se enfrentan a situaciones que perciben como injustas o que no se ajustan a sus altos estándares.
Expertos opinan sobre altas capacidades
Expertos en psicología y educación coinciden en la importancia de abordar estas dificultades desde una perspectiva integral.
La Asociación Española de Superdotación y Altas Capacidades (AESAC) enfatiza la necesidad de dedicar tiempo a la educación emocional de estos niños, enseñándoles a reconocer e identificar sus emociones desde temprana edad.
Este enfoque les permite desarrollar herramientas para equilibrar sus capacidades intelectuales con su bienestar emocional.
Medidas para calmar la frustración y otros factores
Para mitigar el «mal perder» y mejorar la tolerancia a la frustración, se recomienda implementar prácticas tanto en el hogar como en los centros educativos.
En el entorno escolar, es esencial que los docentes reciban formación específica para identificar y atender las necesidades de los estudiantes con altas capacidades. Programas de enriquecimiento curricular y talleres que fomenten habilidades socioemocionales pueden ser beneficiosos.
Por ejemplo, algunas comunidades autónomas en España han implementado programas de enriquecimiento y cribados tempranos, con notables mejoras en la detección y atención de estos niños.
En el hogar, los padres pueden apoyar a sus hijos fomentando un ambiente de comprensión y afecto.
Es fundamental enseñarles a reconocer e identificar sus emociones, comenzando por las más básicas y avanzando hacia las más complejas.
Además, establecer límites claros y consistentes ayuda a los niños a aprender a gestionar la frustración de manera saludable. No ceder ante sus enfados o rabietas es crucial para enseñarles a manejar situaciones de pérdida o fracaso.
Por tanto, abordar el «mal perder» en niños con altas capacidades requiere un enfoque multidimensional que combine la educación emocional con estrategias prácticas en el hogar y la escuela.
Al proporcionarles las herramientas necesarias para gestionar sus emociones, se promueve su desarrollo integral y se facilita una mejor adaptación a los desafíos cotidianos.
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