La incertidumbre en la Escuela Infantil Señor Don Gato afecta a 25 trabajadoras sin paga y 100 familias preocupadas sin saber que sucederá el próximo curso.
Incertidumbre y preocupación
La situación en la Escuela Infantil Señor Don Gato de Valdebernardo es alarmante. Las 25 trabajadoras y 100 familias afectadas viven en una constante incertidumbre. La gestión de la escuela ha sido caótica y llena de problemas graves. La empresa gestora, Atreyu, ha dejado de pagar a sus empleadas desde abril, generando una situación insostenible. «Estamos al límite», comenta una de las trabajadoras afectadas.
Los problemas van más allá de los impagos. La escuela enfrenta serias deficiencias en sus instalaciones, con calderas oxidadas y aire acondicionado inservible. La falta de mantenimiento adecuado ha llevado a que los alimentos se deterioren y a que el agua salga marrón. A pesar de estas condiciones, las trabajadoras han seguido cumpliendo con sus deberes. «No nos pagan, pero no podemos dejar a los niños sin atención», relata otra educadora.
Las trabajadoras han decidido llevar su caso a los tribunales. La Consejería de Educación ha anunciado que gestionará directamente la escuela, pero no ha dado soluciones concretas a las afectadas. «Nos dicen que nuestra relación laboral es con Atreyu, no con ellos», señala una educadora, resaltando la falta de apoyo institucional.
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El impacto en las familias
Las familias también están sufriendo las consecuencias de esta mala gestión. Marta, madre de un niño de 18 meses, lamenta la situación. «Elegimos esta escuela por su equipo educativo, pero las condiciones son inaceptables». Muchas familias han optado por no llevar a sus hijos al centro debido a los problemas existentes. «Queremos una solución rápida y efectiva», demanda otro padre preocupado.
Es urgente que la Comunidad de Madrid y las autoridades competentes tomen medidas decisivas para resolver esta situación. Las trabajadoras y familias merecen respuestas claras y soluciones reales. La comunidad educativa necesita apoyo para garantizar un entorno seguro y adecuado para los niños. «No podemos seguir así, necesitamos ayuda», concluye una de las educadoras.
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