
NationalGeographic/ElSolidario: Su justificación: proteger a los ganaderos ante las pérdidas de miles de cabezas de ganado que mueren cada año a causa de la fauna salvaje
El oso pardo ibérico, una de las especies más emblemáticas de la fauna española, sigue en situación crítica. Aunque se han logrado avances en las últimas décadas gracias a programas de conservación, los expertos advierten que la población sigue siendo frágil y vulnerable, con apenas unos cientos de ejemplares repartidos entre la cordillera Cantábrica y los Pirineos.
La fragmentación del hábitat, la escasez de alimento y la presión humana son algunas de las amenazas que siguen afectando a esta especie. La caza furtiva, los atropellos y la expansión urbanística han reducido su territorio natural, dificultando su reproducción y desplazamiento. Además, el cambio climático agrava su situación, alterando el ecosistema del que depende.
Organizaciones ecologistas insisten en que es urgente reforzar las medidas de protección, ampliar las zonas de corredores ecológicos y garantizar una gestión forestal compatible con la biodiversidad. También denuncian la falta de voluntad política de algunas administraciones y el papel de sectores que se oponen a la convivencia entre grandes mamíferos y actividades rurales.
La conservación del oso pardo no es solo salvar una especie, sino defender un modelo de relación respetuosa con la naturaleza. Frente a un modelo depredador que pone el negocio por encima de la vida, proteger al oso es proteger nuestra propia casa.
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