
Archivo: El Solidario. Huerta de San Vicente
Lorca mojaba su pluma en los arroyos donde la luna encontraba cuchillo y uno de esos arroyos, era el que bañaba la Huerta de San Vicente, su residencia familiar de verano.
Esta residencia está ubicada en el Parque de Federico García Lorca en Granada y fue la casa de verano de la familia García Lorca entre 1926 y 1936. Allí Federico escribió algunas de sus obras más importantes, como Poeta en Nueva York, Bodas de sangre, Yerma o Así que pasen cinco años.
También fue su último hogar antes de ser detenido y asesinado en Víznar en agosto de 1936. Pese a todo eso, hoy es uno de los espacios culturales más olvidados de la ciudad.
Para el Ayuntamiento, que aspira a que la ciudad sea Capital Europea de la Cultura en 2031, el problema es estructural y se arrastra desde hace años.
Buena parte de las guías turísticas sobre Lorca ni siquiera la mencionan. Alegan que está “demasiado lejos” del centro histórico de Granada y prefieren centrar los recorridos en otros lugares menos relevantes.
El periodista y escritor Alejandro Víctor García, una de las personas que más ha investigado el legado material y simbólico de Lorca en la ciudad, resume bien el problema: “La huerta no ha sido cuidada como un lugar de memoria. Es un lugar crucial para entender quién fue Federico y qué supuso su obra, pero no se ha querido construir un relato que lo explique”.
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Esplendor y decadencia
Aunque, no siempre estuvo olvidada. Entre finales de los 90 y principios de los 2000 vivió su época dorada como museo. Con una dirección implicada y un proyecto cultural vivo, fue un centro de creación y difusión, con actividades frecuentes, visitas escolares, exposiciones, música, teatro y conferencias.
Sin embargo, hubo un cambio político y de gestión que supuso la decadencia y abandono de la casa donde se trazó uno de los dramas más fundamentales de la literatura universal: Bodas de sangre
En los últimos años, el museo ha sufrido cierres intermitentes, la programación ha desaparecido casi por completo y los relevos en la dirección no han venido acompañados de ningún plan a medio o largo plazo. Incluso uno de sus trabajadores tuvo que ser apartado tras descubrirse mensajes franquistas en sus redes sociales. La sensación general es la de un lugar dejado a su suerte.
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