Javier Milei, presidente ultraderechista de Argentina, viaja a París para la apertura de los Juegos Olímpicos en un contexto de tensión diplomática.
Este será su duodécimo viaje al exterior en siete meses de gobierno. La Casa Rosada ha confirmado que se reunirá con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
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Tensión diplomática por cantos racistas
El encuentro se da en un contexto de tensión diplomática. La vicepresidenta argentina, Victoria Villarruel, acusó a Francia de «hipócrita» y «colonialista» tras críticas del gobierno galo a los cantos racistas de la selección argentina de fútbol. Estos incidentes ocurrieron después de que la selección argentina atacara el origen africano de algunos jugadores franceses.
Milei, conocido por no disculparse, envió a su hermana Karina a pedir perdón al embajador francés en Buenos Aires, Romain Nadal. La disculpa fue necesaria debido a las posibles repercusiones diplomáticas y económicas. Francia es un miembro influyente del G-7.
Conflictos diplomáticos anteriores
Milei tiene una historia de conflictos diplomáticos con varios presidentes latinoamericanos. Ha llamado «comunista corrupto» al brasileño Lula da Silva y «terrorista» al colombiano Gustavo Petro. También ha tenido contradicciones con el presidente español Pedro Sánchez. Sin embargo, con Macron prefirió evitar un conflicto mayor, especialmente tras las demandas de sanciones de la federación francesa de fútbol contra la Albiceleste.
Preparativos para la reunión con Macron
La reunión entre Milei y Macron se llevará a cabo en el Palacio del Elíseo. Este será su segundo encuentro, tras la cumbre del G-7 en Apulia, Italia. La delegación argentina enfrentó problemas de protocolo, ya que Milei exigió la presencia de su hermana en la ceremonia de apertura de los Juegos, lo cual no es habitual.
La visita de Milei a París y su reunión con Macron destacan la compleja dinámica diplomática; y la necesidad de manejar con cuidado las relaciones internacionales. En medio de tensiones y expectativas, el presidente ultraderechista busca equilibrar sus posturas radicales con la realidad de la política global.
Fuente: El País