
Refugiados rohingya se reunidos en conmemoración del séptimo aniversario de su huida Myanmar para escapar de la represión militar, Bangladesh, 2024 / Mokammel Mridha / El Solidario
El terremoto en medio de la guerra civil, ha intensificado aún más la crisis humanitaria que vive la nación. Temen que el número real de víctimas mortales podría superar las 10.000.
El país, gobernado por una junta militar tras el golpe de Estado de 2021, ya enfrentaba una crisis alimentaria y económica antes del desastre sísmico. La respuesta de las autoridades es limitada, con el país dividido entre las fuerzas gubernamentales y la oposición prodemocrática del Gobierno de Unidad Nacional (NUG).
La falta de infraestructura y la distribución desigual de la ayuda humanitaria complican aún más la situación.
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Un conflicto eterno y su impacto en la sociedad
Myanmar ha sido un país marcado por décadas de inestabilidad política, donde gobiernos militares y golpes de Estado han sido la norma.
Desde la década del 60′ la nación ha vivido bajo la tiranía de militares que impusieron restricciones a la democracia. Luego en 2011, un proceso de liberalización política dio esperanza, pero el golpe de Estado de 2021 lo destruyó todo. Hoy, Myanmar es un país dividido, con territorios controlados por la junta militar y otros bajo el control de los opositores.
La crisis se agrava debido a la persecución étnica, en particular contra la minoría Rohingya, que ha vivido una violencia histórica por parte de las fuerzas gubernamentales. Esta violencia ha dejado más de 730.000 refugiados, con graves consecuencias para los países vecinos, como Bangladesh.
La doble crisis, terremoto y guerra
El terremoto llega en el peor momento posible para Myanmar. A pesar de la magnitud de la tragedia, la guerra no cesa. La junta militar sigue lanzando ataques contra zonas opositoras, como lo evidencian los informes del NUG que denuncian bombardeos en áreas afectadas por el terremoto. Mientras tanto, la ayuda internacional y los equipos de rescate enfrentan la barrera de la militarización del país, limitando su eficacia.
Necesidad urgente de políticas globales de prevención
El terremoto en Myanmar es solo un recordatorio más de la vulnerabilidad de los países que viven en contextos de guerra y desastres naturales. Es urgente que tanto la comunidad internacional como los gobiernos de los países afectados inviertan en planificación y ciencia para prevenir desastres y mitigar sus efectos.
Myanmar, como otros países del sudeste asiático, necesita no solo ayuda humanitaria, sino también políticas que promuevan la estabilidad y el desarrollo sostenible. Más allá de la respuesta inmediata a la tragedia, la comunidad internacional debe enfocar sus esfuerzos en reconstruir la estabilidad y garantizar políticas inclusivas que prioricen la paz, la cooperación internacional y el acceso equitativo a la ayuda humanitaria.
No podemos permitir que un país devastado por el conflicto y la naturaleza siga siendo dejado atrás. La planificación preventiva y una acción global conjunta son esenciales para evitar futuras catástrofes y promover la resiliencia de las naciones afectadas.
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