
Imagen: efe.com
La sequía ya no es solo un fenómeno cíclico ligado a la falta de lluvias, sino una crisis amplificada por la sobreexplotación de acuíferos, la contaminación hídrica y el cambio climático. En países como España, donde el 80% del agua se destina a la agricultura, la gestión sostenible del recurso es más urgente que nunca.
La solución pasa por un modelo basado en la regeneración y eficiencia hídrica, que implique a los principales sectores consumidores: agricultura, industria y hogares. Especialistas como Cristina Lafuente, de Nactiva, proponen estrategias que combinan tecnología e infraestructuras verdes, incluyendo la desalinización, la reutilización del agua y Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) para restaurar el ciclo hídrico.
En la agricultura, el riego eficiente y la optimización del suelo pueden reducir el consumo sin afectar la producción. La industria, por su parte, apuesta por procesos de recirculación y depuración para minimizar su impacto. En las ciudades, la clave está en promover el uso responsable, reducir el desperdicio y mejorar las infraestructuras de distribución.
España ya avanza en esta dirección con proyectos como la reutilización de aguas depuradas en el Levante y la creciente inversión en infraestructura híbrida para gestionar el agua de manera más resiliente. Sin embargo, la crisis hídrica requiere un compromiso global y medidas urgentes para evitar escenarios de escasez irreversibles.
El agua es un recurso finito, y su gestión sostenible no solo garantiza el suministro a futuro, sino que protege el equilibrio ambiental y la economía. La adaptación al cambio climático y la eficiencia hídrica deben ser prioridades inaplazables.
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