
Archivo/ELSOLIDARIO. La clase obrera.
La clase obrera, antaño motor de cambio social y protagonista de luchas históricas, parece desvanecerse en el imaginario colectivo contemporáneo. La explotación laboral se disfraza bajo narrativas que glorifican a los héroes del capital y la asunción de que capitalismo y democracia son conceptos sinónimos.
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En 1971, Elio Petri dirigió «La clase obrera va al paraíso», una película que retrata la vida de un obrero que pierde un dedo en un accidente laboral, ofreciendo una crítica al capitalismo y una reflexión sobre la alienación de los trabajadores.
Hoy, la invisibilización de la clase obrera es evidente. La narrativa dominante la ha sustituido por una supuesta «clase media«, diluyendo así las diferencias de clase y las injusticias inherentes al sistema capitalista. Esta desaparición no es casual; responde a una estrategia que busca desactivar la conciencia de clase y, por ende, la capacidad de organización y reivindicación de derechos.
La precarización laboral, la desregulación y la flexibilización son herramientas utilizadas para fragmentar y debilitar a la clase trabajadora. Estas políticas, promovidas bajo la bandera del neoliberalismo, han llevado a una situación donde la estabilidad laboral es una excepción y la incertidumbre, la norma. El resultado es una clase obrera atomizada, donde la solidaridad se ve erosionada y la lucha colectiva se torna más compleja.
Además, los medios de comunicación y la cultura popular han contribuido a esta invisibilización. La representación de la clase obrera en el cine, la televisión y otros medios es escasa y, cuando aparece, suele estar cargada de estereotipos negativos o simplistas. Esta ausencia en el imaginario colectivo refuerza la idea de que la clase obrera es cosa del pasado, una reliquia de épocas industriales superadas.
Sin embargo, la realidad es que la clase obrera sigue siendo el pilar sobre el que se sostiene la economía. Trabajadores y trabajadoras de sectores como la limpieza, la construcción, la hostelería o la logística continúan desempeñando labores esenciales. Su invisibilización no solo es una injusticia, sino también una estrategia para mantener el statu quo y evitar cuestionamientos al sistema vigente.
La clase obrera no ha ido al paraíso; sigue aquí, enfrentando desafíos y luchando por sus derechos. Es tarea de todos y todas reconocer su existencia y su papel fundamental en la sociedad, para así construir un futuro más justo e inclusivo.
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