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Imagen de larazon.es : El Solidario . Encuesta NC Report febrero 2025.
La política española vive un momento crítico, donde la polarización ha fortalecido los extremos políticos. Si hoy se celebraran elecciones, el auge de la ultraderecha y el populismo sería una realidad preocupante.
Vox, consolidado como tercera fuerza política, está capitalizando el descontento con un discurso de odio xenófobo, machista y homófobo. Frente a esto, movimientos antifascistas y la izquierda se organizan para contrarrestar esta amenaza a la democracia y defender los derechos sociales.
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Según un sondeo recientemente publicado, el Partido Popular (PP) y Vox podrían alcanzar la mayoría absoluta, mientras la izquierda también avanza, aunque de forma más contenida.
El crecimiento de Vox es alarmante por sus mensajes que normalizan la discriminación y cuestionan derechos fundamentales. Su retórica recuerda peligrosamente a movimientos históricos de corte neonazi, avivando el racismo y el rechazo a la diversidad.
Una España cada vez más polarizada
La respuesta no se ha hecho esperar. Movimientos antifascistas y colectivos sociales se están movilizando para frenar el avance de estas ideologías extremas.
La izquierda ha encontrado nuevo impulso, con un discurso cada vez más combativo en defensa de la igualdad, la justicia social y la lucha contra el racismo, el machismo y la homofobia. La necesidad de proteger derechos conquistados moviliza tanto a jóvenes como a sectores progresistas desencantados.
El contexto internacional amplifica esta situación. El ascenso de líderes como Donald Trump, Javier Milei, Alice Weidel o el culto a figuras como Elon Musk impacta directamente en España.
Muchos simpatizan con estos referentes, lo que refuerza a la ultraderecha, mientras otros los rechazan radicalmente, fortaleciendo el crecimiento de una izquierda más radicalizada. Esta polarización global se traduce en un país cada vez más dividido, con menos espacio para el diálogo y el consenso.
¿Es este el camino que queremos seguir? El riesgo de que la política española se convierta en un escenario de constante confrontación es real. La historia nos ha enseñado que discursos de odio y exclusión nunca traen justicia ni progreso.
España necesita construir puentes, no muros. El futuro de la democracia depende de nuestra capacidad para escuchar, dialogar y defender la igualdad y el respeto por todas las personas.
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