La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha solicitado la inmediata expulsión de los monjes benedictinos del Valle de Cuelgamuros (antiguo Valle de los Caídos) por realizar actos de enaltecimiento del franquismo y perpetuar discursos que glorifican la dictadura. La petición se produce tras varias denuncias públicas sobre la actividad ideológica que los religiosos han llevado a cabo en este emblemático lugar, considerado un símbolo del franquismo y el autoritarismo en España.
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La ARMH argumenta que, lejos de cumplir con el espíritu de reconciliación y reparación histórica, los monjes han promovido una narrativa que blanquea la dictadura de Francisco Franco, desvirtuando la memoria de las víctimas del régimen. En este contexto, la asociación considera que la permanencia de la orden benedictina es incompatible con los objetivos democráticos de resignificación del espacio, ahora gestionado por el Estado.
Un santuario polémico: religión y apología del franquismo en el centro del debate
El Valle de Cuelgamuros, declarado recientemente Patrimonio Nacional, ha sido objeto de un amplio debate desde la exhumación de los restos de Franco en 2019. Sin embargo, el mantenimiento de los monjes ha generado controversia, especialmente por las misas y actos que, según varios colectivos, perpetúan un culto al dictador y a su ideología fascista. En respuesta, la ARMH ha insistido en la necesidad de transformar el espacio en un lugar de memoria dedicado a las víctimas del franquismo, libre de cualquier apología.
Además, esta situación pone de manifiesto la deuda histórica pendiente en España en lo que respecta al reconocimiento de las víctimas del franquismo y el rechazo contundente a cualquier tipo de dictadura o fascismo. La asociación reclama que las instituciones actúen con firmeza, cumpliendo con los principios de la Ley de Memoria Democrática, que prohíbe expresamente cualquier forma de enaltecimiento de dictadores o regímenes totalitarios.
El caso también ha avivado el debate político, con sectores conservadores defendiendo la permanencia de los monjes, mientras que organizaciones progresistas y de derechos humanos exigen medidas claras que pongan fin a este tipo de situaciones.
Transformar el Valle de Cuelgamuros en un símbolo de memoria democrática no solo es un acto de justicia para las víctimas, sino también un paso esencial para construir un futuro que repudie cualquier forma de opresión. La memoria no es solo historia, es también un compromiso con la democracia y los derechos humanos.
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