La salud mental infantil en Catalunya atraviesa una crisis de desigualdad en la atención, según revela un reciente informe. Algunos centros de salud mental en la región prescriben hasta tres veces más psicofármacos que otros, lo que ha generado preocupación sobre la calidad de los tratamientos y la falta de un abordaje adecuado para los menores.
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Esta disparidad refleja el colapso de un sistema de salud mental infantil cada vez más saturado, donde las diferencias en el tratamiento y la atención empeoran la situación de muchos niños y adolescentes.
Según los datos del Eldiario.es, los menores que son derivados a estos centros presentan problemas como ansiedad, depresión y trastornos conductuales. Sin embargo, la respuesta médica en forma de psicofármacos contrasta con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere tratamientos más equilibrados, incluyendo terapia psicológica y apoyo emocional.
Cifras alarmantes
En Catalunya, el abuso de psicofármacos en menores es un problema creciente. En 2023, uno de cada cuatro pacientes en los centros públicos de salud mental infantil y juvenil recibió al menos un psicofármaco, lo que representa un aumento del 22% en los últimos cinco años. Este incremento se atribuye al creciente número de menores diagnosticados y atendidos. La preocupación crece debido a los riesgos que el uso de estas medicaciones implica para los pacientes más jóvenes, quienes son más sensibles a sus efectos.
Escasez de profesionales
Este alarmante panorama es el resultado de varios factores. Entre ellos, la escasez de profesionales capacitados en salud mental infantil y la presión sobre los servicios públicos, que no dan abasto para atender la creciente demanda. Además, la falta de un sistema unificado que garantice una atención equitativa entre las diferentes regiones de Catalunya ha intensificado las desigualdades, afectando especialmente a los niños de familias con menos recursos.
En un contexto donde las tasas de trastornos mentales entre menores han aumentado en los últimos años, la dependencia de los psicofármacos se ha convertido en una solución rápida y, en muchos casos, inadecuada. La comunidad médica y social sigue pidiendo un enfoque más integral, que incluya una combinación de tratamiento farmacológico y terapias adecuadas, adaptadas a las necesidades de cada menor.
La presente situación incita de manera urgente a revisar los protocolos de atención y se fortalezcan los recursos en salud mental para prevenir que más niños y adolescentes caigan en una espiral de medicación que podría resultar contraproducente a largo plazo. La salud mental de nuestros menores es un asunto prioritario que no puede seguir siendo desatendido.
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