
Archivo/ELSOLIDARIO.Protesta del pasado lunes en el centro de Sevilla por la muerte de Mahmoud Bakhum.
Se cumplen 13 años desde que Abdellah El Asli, un joven marroquí sin antecedentes penales, quedó tetrapléjico tras ser detenido por la Policía Nacional en Guadalajara. Tenía 33 años y se encontraba jugando al fútbol en una plaza cuando fue arrestado por encontrarse en situación administrativa irregular. No había cometido ningún delito.
Era la cuarta vez que lo detenían sin motivo más allá de no tener papeles. Pero en esa ocasión, según denunció él mismo, los agentes lo golpearon dentro de la comisaría de la Avenida del Ejército y lo empujaron por las escaleras. La caída le provocó una lesión irreversible en la médula espinal. Desde entonces, Abdellah vive en una silla de ruedas, sin justicia y sin reparación.
El entonces subdelegado del Gobierno, Juan Pablo Sánchez-Seco (PP), afirmó que Abdellah se había autolesionado para evitar su extradición. Una versión institucional que se impuso durante años, mientras los agentes implicados seguían trabajando con total impunidad. Ni un juicio. Ni una disculpa.
El caso de Abdellah El Asli es un reflejo brutal del racismo institucional y la violencia policial que se ejerce sobre las personas migrantes. Porque en este país, parece que la vida de quien no tiene papeles vale menos. Y cuando la policía actúa como verdugo, el silencio del Estado es cómplice.
¿Cuánto tiempo más van a seguir quedando impunes las agresiones policiales? Exigimos verdad, justicia y reparación. Abdellah no está solo.
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