El impacto humano en los ecosistemas fluviales de España está generando una crisis ambiental con consecuencias alarmantes. Según estudios recientes, el cambio climático está poniendo en riesgo hasta el 35% de las masas de agua superficiales a corto plazo, y hasta el 80% a largo plazo, debido al aumento de temperaturas y la contaminación.
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Ecosistemas en peligro, ¿qué podemos hacer?
Los ríos mediterráneos, que atraviesan zonas sensibles de España, son especialmente vulnerables. Investigaciones realizadas por el Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia (IIAMA-UPV) predicen que la temperatura del agua de los ríos podría aumentar hasta 2,9 °C hacia finales de siglo, afectando directamente a especies como la trucha común y reduciendo los niveles de oxígeno disuelto necesarios para la vida acuática. Además, entre el 27% y el 35% de las masas de agua presentan un riesgo significativo de pérdida de hábitats.
El deterioro de los ecosistemas fluviales no solo amenaza la biodiversidad, sino también el acceso a agua limpia y la capacidad de las comunidades para hacer frente a fenómenos extremos como inundaciones o sequías. Los expertos proponen medidas de adaptación como la recuperación de vegetación de ribera para crear refugios térmicos y la protección de las aguas subterráneas. Estas acciones no solo mejoran la calidad del agua, sino que también mitigan el impacto económico de la contaminación y el cambio climático.
Los ríos no solo son fuentes de agua, sino arterias vitales para la economía y la salud pública. ¿Cómo pueden las comunidades, gobiernos y empresas trabajar juntos para garantizar su protección?
Es hora de priorizar el cuidado de los ecosistemas fluviales. ¿Qué acciones locales podrían implementar para marcar la diferencia?
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