Terapias de tortura: cuando la psiquiatría franquista intentó «curar» la homosexualidad
Delismar González Tortolero 
Durante la dictadura franquista, miles de personas fueron perseguidas por su orientación sexual
Durante la dictadura franquista, miles de personas fueron perseguidas por su orientación sexual bajo el amparo de leyes como la de Peligrosidad y Rehabilitación Social. La psiquiatría, lejos de ofrecer ayuda, se convirtió en una herramienta de represión, aplicando lobotomías, electroshocks y otras prácticas inhumanas para «reeducar» a los homosexuales.
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En 1970, el régimen de Franco promulgó la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que sustituía a la anterior Ley de Vagos y Maleantes. Esta nueva legislación consideraba la homosexualidad como una conducta peligrosa, permitiendo el internamiento de los afectados en cárceles o centros psiquiátricos para su «rehabilitación».
Los homosexuales eran enviados a instituciones como la cárcel de Huelva para los considerados «activos» y la de Badajoz para los «pasivos». En estos lugares, se sometía a los internos a terapias de aversión, que incluían la aplicación de descargas eléctricas tras la exposición a estímulos homosexuales, con el objetivo de asociar el deseo con el dolor .
Destacados psiquiatras de la época, como Juan José López Ibor, practicaron lobotomías y electroshocks a pacientes homosexuales, en un intento de modificar su orientación sexual. López Ibor llegó a presumir de sus «exitosas» intervenciones, a pesar de las graves secuelas físicas y psicológicas que provocan .
Estas prácticas, lejos de ser excepcionales, formaban parte de una estrategia sistemática de represión del régimen franquista, que contaba con el respaldo de la Iglesia y de sectores de la comunidad médica. La homosexualidad era vista como una enfermedad que debía ser erradicada, y los métodos utilizados para ello eran brutales y deshumanizantes .
La historia de la represión de la homosexualidad durante el franquismo es un recordatorio de cómo la ciencia y la medicina pueden ser pervertidas al servicio de ideologías totalitarias. Es fundamental reconocer y recordar estas atrocidades para garantizar que nunca se repitan, y para honrar la memoria de quienes sufrieron por ser quienes eran.
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